Opinión

Viviendas y absurdos

Las viviendas están en el foco de la polémica estos meses, al haberse disparado en los últimos años tanto el precio de la compra como del alquiler en España. En Asturias a finales de 2024 informaba la agencia EFE gubernamental que el alquiler ha subido un 12,4 % interanual, mientras LA NUEVA ESPAÑA publicaba que alquilar una vivienda de dos dormitorios en Asturias tiene un coste medio de 635 euros mensuales. Con este panorama es muy difícil para los jóvenes ahorrar para comprar una vivienda, y ni siquiera alquilarla sin gastar entre un tercio o casi la mitad de su salario. Cuando los precios tienden a subir mucho significa hay una escasez del producto, en este caso los pisos construidos, respecto a la demanda.

Cada vez que se plantea una actuación en una manzana de una ciudad salen los presuntos "progre guays", para oponerse a la construcción de viviendas, pues si las inmobiliarias tienen beneficios lo llaman especulación, usando la palabra en despectivo casi como sinónimo de pecado mortal: ¿ustedes conocen alguna empresa o negocio que los monten para perder dinero? Critican mucho la dictadura franquista, régimen durante el cual se construyeron en España 4,5 millones de viviendas sociales: ¿Cuántas se han construido durante los ocho años de gobierno de Zapatero y los siete de Pedro Sánchez? Dicen que la vivienda es un derecho, en efecto, tienes derecho a comprarte una vivienda con tu dinero, los demás no tenemos obligación de pagártela friéndonos a impuestos.

Ahora sale el PSOE de Pedro Sánchez en el gobierno de España diciendo que van a intervenir (o sea imponer) los precios de las viviendas, sin impulsar la oferta de construcción de estas mediante más suelo urbanizable y/o más barato. Estas políticas de inventarse los precios, o sea tergiversar el mercado –que no es un ente diabólico, sino las personas que compramos y vendemos–, se han intentado decenas de veces, desde Robespierre a Nicolás Maduro, y decenas veces han fracasado: mercado negro, desabastecimiento, hiperinflación. ¿Por qué esta vez una política económica absurda daría un resultado racional? Estar en economía contra el mercado real es tan progresista como estar en matemáticas contra los números.

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