Opinión

La Laboral, Patrimonio Mundial

La Universidad Laboral de Gijón dio el primer paso para ser declarada Patrimonio Mundial de la Unesco al ser incluida en la "Lista indicativa" del Ministerio de Cultura, una posibilidad de la que se habló hace cinco años y comenzó con un rifirrafe sobre sus orígenes entre los grupos municipales solucionado tiempo después. Publiqué entonces un artículo en este periódico en el que decía que el origen del edificio no debía ser obstáculo para su nombramiento como Patrimonio Mundial, ya que buena parte de los monumentos que hoy lo son tienen un origen cuando menos poco edificante. Señalaba otros problemas, algunos ya resueltos, mientras otros siguen siendo un posible obstáculo si nos atenemos a las condiciones de la Unesco, aunque suele ser benevolente al interpretarlas. La iglesia con su cúpula única y las cruces que la complementan están rehabilitadas y ahora suman en lugar de restar; los espectáculos que irresponsablemente se celebraban en su patio, deteriorándolo, ya no se celebran. Queda la rehabilitación de la piscina y su entorno de canchas deportivas, que, si en su día cumplieron una función importante, en su estado actual muestran un deterioro que puede perjudicar a la candidatura. Su rehabilitación no parece costosa ni complicada. Tal vez la piscina ofrezca algún problema, pero tendrá solución si hay voluntad de encontrarla. Habría que adecentar la parte inconclusa entre el campo de fútbol principal y el edificio que se conocía como "La maqueta", porque allí se exponía la del complejo, y que luego fue vivienda de profesores, y que habría que rehabilitar. Lo que ya no tiene solución son las actuaciones que se hicieron en la fachada trasera del edificio, el cierre del convento con un material verde para la RTPA o la caja escénica del teatro, con un alicatado que daña a la vista, son dos mamotretos que devalúan el edificio y debieran avergonzar a sus responsables. Otros problemas grandes son la construcción de una nave industrial que en su día se permitió a una multinacional que se deshizo de ella poco después, que impide una visión limpia de la fachada trasera, y el edificio que alberga a LABoral Centro de Arte, cuya fachada inmaculadamente blanca no parece el complemento más adecuado al edificio principal. Pese a estos problemas, el nombramiento como Patrimonio de la Unesco es factible y más que merecido, y se conseguirá si las administraciones implicadas aúnan esfuerzos para corregir lo que se puede corregir y reman en la misma dirección sin limitarse a verlas venir.

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