Opinión | Tormenta de ideas

Que no fui yo

Que no fui yo. Recuerdo la anécdota de mis dos hijos mayores, que se llevan 19 meses. El pequeño de dos años, delante de su hermana y de mí, tiró un vaso de agua al suelo. Cuando le llamé la atención dijo con su media lengua: no fui yo; fue ella. A nuestro fiscal general y a su jefe supremo les está pasando exactamente lo mismo. No fui yo… O sí, pero "eso no importa ahora", le responde a su subordinada de Madrid. Se estaba cometiendo un delito y le importaba un pito decirle a otra fiscal si había sido él o no. "Para mí las filtraciones son indeseables, son un cáncer", fueron algunas de las declaraciones del fiscal general hace tiempo, ese que defiende los intereses de un gobierno y que es una marioneta más de este Gobierno.

En ese momento, esa filtración era importante para seguir haciendo daño a un rival político. Es decir, no existe ninguna justicia imparcial en esta mal llamada democracia, porque todo depende de lo que el gran emperador decida. Todo está bajo su control. Por eso, teniendo en cuenta que ya lo había advertido, el "boss" tendría que estar también sentado en el banquillo, porque esa Fiscalía depende claramente de él, y no es independiente de ninguna manera. Ya en noviembre de 2017, Pedro, en una entrevista sobre cómo iba a traer a Puigdemont a España para encarcelarlo (mira que tiene gracia acordarnos de eso ahora), que era lo que había prometido en su campaña, contesta: "La Fiscalía General del Estado pidió al juez instructor la activación de la euroorden, después de conocer la sentencia del Tribunal Supremo… Estamos esperando cuál es la decisión final de la justicia belga, pero en todo caso, ese es el planteamiento que estamos haciendo". "¿Pero cómo?", pregunta el periodista. "Lo estamos haciendo", repite Pedro, y concluye: "¿La Fiscalía de quién depende? Pues eso", contesta el presi. Creo que es la única verdad que ha dicho en todos estos años. Y nada, se queda tan fresco, como cuando mi hijo tiró el agua al suelo y acusó a su hermana. Esto no son vasos de agua; es la mayor corrupción que puede existir en un estado de derecho en el que cambian móviles por un protocolo que no existe. Ahí sí que parecen niños de dos años que mienten para acusar al de enfrente… Por todo esto, no es solo el fiscal general quien tendría que estar en el banquillo, debería estar junto a la persona de quien depende, como su mismo "boss" dijo. Pues eso.

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