Opinión

Olvido

Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, más conocido como George Santayana fue un poeta, novelista ensayista y filósofo que vivió a finales del siglo XIX y principios del XX. Dicho así, sin más, me imagino que a no muchas personas les sonará, sin embargo, si reproduzco una de sus frases más famosas, sí que la identificaremos rápidamente. "El hombre que no conoce su historia está condenado a repetirla".

Por desgracia, la frase en cuestión es famosa por presidir la entrada del barracón 4 de Auschwitz. Allí te recibe casi a modo de bofetón de realidad y tras leerla, pasas a ver los horrores de un tiempo que nos suena lejano, pero del que aún no han pasado ni cien años.

Pienso muchas veces en esta frase cuando enseño o cuándo le explico a mi alumnado por qué se debe enseñar literatura o cualquier otra disciplina humanística. Necesitamos tener un bagaje cultural que nos permita pensar de forma crítica y no solo pragmática porque también nos ayudará a tener más empatía, a relacionar acontecimientos, a ver dinámicas que ya se han dado y, en definitiva, a tener un juicio y criterio propio.

En estos días tan convulsos en los que estamos escuchando discursos con ideas que parecen sacadas de una novela distópica, es fundamental que reivindiquemos el poder de la educación como una de las armas más poderosas de transformación social. Dar a nuestro alumnado, de la edad que sea, las herramientas para no caer en populismos que solo hacen ruido, pero que no tienen ni contenido ni fundamento será de las mejores cosas que podremos hacer.

Debemos explicar y recordar la Historia para no repetir los errores cometidos. No podemos caer en los bulos, en las promesas huecas o en los discursos de odio y para ello, entre otras muchas cosas, conviene que niños, niñas y adolescentes lean, vean cine del siglo pasado (el tema de la cultura cinematográfica merece un artículo aparte) o algunos de los maravillosos documentales que se han hecho en este siglo XXI.

El Carpe Diem mal entendido nos está llevando a vivir de una forma hedonista que parece no tener tiempo para echar la vista atrás y ese error nos está pasando factura igual que nos la está pasando la poca importancia que se le da a la cultura. Son señales de alarma. Quien avisa.

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