Opinión

Un sueño que tarda en hacerse realidad

El camino de la Laboral en la Unesco

No hace muchos días hemos conocido por la prensa diaria que el ya viejo y persistente deseo de la Asociación de los Antiguos Alumnos de la Universidad Laboral de Gijón, para que el monumental edificio en que cursaron estudios fuese declarado por la Unesco Patrimonio Universal de la Humanidad, puede que existan indicios para pensar que se transforme en una realidad. De ser así compartiremos su alegría.

Numerosos fueron los intentos para conseguirlo, pero por razones diversas cabe suponer que la documentación necesaria para tramitar un expediente de esta naturaleza, no debió llegar nunca a su destino, bien por olvido, bien por dar satisfacción a algunos políticos, que una vez más, sustituyeron su pensar propio, por su ideología, algo, que, cuando sucede, las cosas no suelen ser suficientemente aceptables, dado que los progresistas temen, que si apoyan la citada pretensión, pudieran ser objeto de críticas por admitir de buen grado lo que fue obra de un dictador, y los conservadores recelan a su vez, que dar el visto bueno a referido título, pudiera dar lugar a que se les colgase el sambenito de añorar el régimen político anterior.

Ante esta situación, existe más de uno, que desearían conocer, para justificar esta actitud cautelosa, lo que para los progresistas se hizo mal, como pudieran ser las siguientes medidas adoptadas:

–Empeñarse en dotar a los alumnos de una preparación humana que les facilitase distinguir el bien y el mal.

–Que aquella institución tratase de dar un tipo de formación para que se pudiesen obtener títulos profesionales que les permitiera abrirse camino en la vida y lograr integrarse en la clase media.

–Que se pusiese en manos de los jesuitas aquella Universidad, con un profesorado dotado de especiales cualidades y títulos universitarios o de Escuelas técnicas especiales.

–Encargar a las monjas franciscanas clarisas, la cocina y también del ropero, para atender a 1.000 alumnos.

–Que se diese una educación religiosa al alumnado, por cierto, adelantándose a nuestra Constitución de 1978 cuyo art. 16,3 dice, que si bien Qninguna confesión tendrá carácter estatalQ añade a continuación que Qlos poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española".

Todo lo anterior, y alguna cosilla más, constituye lo que se vio con malos ojos por el progresismo por no ajustarse a su ideología política.

Lógicamente, ante tal serie de males, se tuvieron que tomar medidas con urgencia para que se sustituyese lo mal hecho por lo que se entendió que sería bueno, justo y necesario, y que fueron las que se enumeran a continuación:

–Lo primero fue proceder a cambiar el nombre de la Universidad Laboral, por el de "Laboral, Centro de Cultura".

–Dar entrada a los locales del nuevo centro al Conservatorio de Música y una serie de actividades tendentes al infinito, algo que se dotó de locales para desarrollar actividades relacionadas con la pintura, el cine, teatro, exposiciones, e instalar en la residencia de las monjas, las instalaciones de Radio y Televisión de Asturias.

–Que la iglesia dejase de ser un lugar de culto, adoración y recogimiento, para transformarse en un espacio del que pudieran disfrutar los turistas.

–Hacer desaparecer retratos, cuadros y cristaleras evocadoras del régimen político anterior.

Con todo esto, se pensó que se podría borrar todo el pasado.

Afortunadamente, no se intentó hacer desaparecer el edificio grandioso, que sigue siendo admirable por su clasicismo, que imita al Escorial, y tal prudente y sabia medida, debió inspirarse en lo que el historiador Rafael Altamira contó en su libro "Los elementos de la civilización y del carácter españoles", escrito en 1915. Se narra allí lo que sucedió en una ciudad española en la que grupos revolucionarios se apoderaron de iglesias, conventos y edificios históricos, donde establecieron sus sedes.

Ante tal actuación se dio orden al ejército, para que interviniera incluso utilizando cañones y que se disparase sin vacilación. El oficial a quien se encargó de llevar a cabo tal medida, desobedeció, algo que produjo que el Coronel le preguntase la razón por las que había incumplido las órdenes dadas. La respuesta fue realmente breve: Mi coronel, dijo, cuadrándose; todos estos edificios son de estilo mudéjar. Tal vez la Universidad Laboral se salvó de ser convertida en un montón de piedras, por la belleza clásica que se observa desde el mismo momento que se pisa su entrada, con el Patio corintio y las columnas de granito que le rodean, de 10,5 metros de altura. El haber tenido en cuenta que el arte, es digno de una calurosa alabanza para el que desobedeció.

Ante todo, este proceso vital, seguido por la antigua Universidad Laboral, resulta verdaderamente desconsolador que el retraso en lograr ser declarada como Patrimonio Universal de la Humanidad, pudiese tener fundamento en puros tiquismiquis ideológico-políticos, que como decíamos, al comienzo, impidieron que se diese preferencia al propio pensamiento.

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