Opinión
Los ómnibus los carga el diablo
Cuando quieren hacernos tragar un sapo
El ómnibus de Adolfo Suárez para colarnos la monarquía en la Constitución lo utilizan unos y otros cuando quieren hacernos tragar un sapo. El problema surge cuando Tellado afirmó: "Nuestra obligación en estos momentos es echar a Sánchez del Gobierno, acabar con este Gobierno lo antes posible. Y lo vamos a hacer con todos los medios a nuestro alcance", y cumpliendo "el que pueda hacer, que haga" de Aznar, el PP, al que los ciudadanos le importan un comino, intentó utilizar el ómnibus para justificar el no a unas medidas sociales que dejara con el culo al aire al gobierno, para, contando con la complicidad de sus medios de comunicación, presentarse como solución al caos que provocaron. El Partido Popular justificó dejar sin efecto la subida de las pensiones de diez millones de españoles, incluso las de los que menos cobran, que perderían quinientos euros anuales, del Ingreso mínimo vital, el salario mínimo, el escudo social para personas vulnerables, las ayudas al transporte, a los afectados por la dana o el volcán de Palma, entre otras, apoyándose en la subida del IVA de los alimentos, que no figuraba en el decreto y en un supuesto pelotazo inmobiliario, que no es más que la devolución de un palacete adquirido por el PNV en París en 1936, que fue incautado por la Gestapo y posteriormente cedido al estado español. Esta devolución ya se había pactado con Rajoy. En el colmo del cinismo, el PP lanzó una campaña de firmas para aprobar en el Senado una proposición de ley que permitiera el incremento de las pensiones que siempre negó, anticipándose al gobierno. Feijóo, una vez más, se queda en el sí pero no.
Pepa Millán explicó que Vox "tiene como misión acabar con el gobierno de Pedro Sánchez sobre todas las cosas", y utiliza la misma disculpa que los populares, "No es normal, ni legítimo regalar 15 millones de euros a una formación política a cambio de su voto" obviando, como los populares, que siempre se opusieron a las medidas propuestas.
Por su parte, Miriam Noguera, supremacista de libro, que disfruta sus cinco minutos de gloria demostrando su odio a España y a los españoles, menos al "tres per cent", y quiere ser Rufián en lugar de Rufián, quedándose en un híbrido de Tellado y Gamarra, se limitó a insultar a Sánchez, trilerismo, manipulación, piratería y un largo etcétera, lo que es llamativo viniendo de quien representa al responsable del 1-O, que dejó en la estacada a sus compañeros y prometió que se retiraría si no ganaba las elecciones, para acabar pactando a cambio de un paripé de moción de confianza y tener algo que presentar a sus votantes.
Pedro Sánchez, el que no podía dormir si pactaba con Pablo Iglesias, debería entender con quien puede contar y con quien no, para que tanto él como los españoles no vivamos en la cuerda floja, y tragándose su orgullo como hizo en 2019, coser el roto que provocó en el gobierno de coalición al desentenderse de Podemos. La alternativa a ello es una derecha extrema, que tiene la necesidad imperiosa de tocar poder para repartirse la maquila y está dispuesta a conseguirlo por cualquier medio, aunque no sea democrático como demuestran a diario por acción y omisión.
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