Opinión

Tasio del Reguero Jiménez

Continuismo o ilusión

Han pasado décadas y seguimos anhelando algo que nunca llegó: gobernar Gijón con la fuerza y la ilusión que merecemos. Con experiencia que dan los años y lo vivido en la vida, veo con tristeza cómo se repite la misma dinámica de las últimas cuatro décadas: el continuismo frente a la valentía de la renovación. Gijón no ha conocido un gobierno local encabezado por nuestras siglas en más de cuarenta años. Y, sin embargo, seguimos aferrados a las mismas fórmulas. Una parte de la militancia opta por la candidatura aparentemente oficialista, atraída por cargos, sueldos y lealtades piramidales. La otra parte, en cambio, se moviliza por la ilusión de construir un PP verdaderamente nuevo y cercano a las necesidades de la gente.

Lo que ha sucedido en esta campaña refuerza esa impresión: el personal de comunicación del grupo municipal, pagado con fondos públicos, se ha volcado con el candidato oficial, mientras a los actos del otro aspirante, también respaldado por cargos públicos, no asiste nadie de la estructura contratada. Es un ejemplo claro de lo que nos han condenado a ser, meros espectadores para algunos, para quienes los afiliados solo sirven para tareas puntuales –mesas, encartes, aplaudir en actos–, pero jamás para liderar un verdadero cambio.

José Manuel del Pino, en cambio, encarna esa ruptura con lo de siempre. Ha proclamado que la nueva Junta deberá ponerse al servicio de los afiliados y de la ciudadanía gijonesa, y no al revés. Por fin alguien propone una sede abierta, donde cada persona sea escuchada y atendida. Un giro de 180 grados. Una nueva manera de hacer política, más limpia, más honesta, más transparente.

Es alentador comprobar el entusiasmo de muchos afiliados, aunque veamos también el despliegue del sector continuista. Aun así, la votación es secreta y no hay lealtad impuesta que valga ante la libertad individual. Quizá, después de cuarenta años, tengamos por fin la oportunidad de cambiar el rumbo. Si Del Pino gana, gana el PP, gana Gijón y ganamos todos. No sería más que el principio de una nueva etapa de ilusión. El próximo sábado votaremos por continuar otros cuarenta años sin hacer historia, o aventurarnos al cambio. Yo, tras esta larga espera y visto lo visto, tengo clara mi elección. n

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