Opinión
Múnich 1938
Acaba de iniciarse en Múnich, capital de la Baviera alemana, la conocida conferencia anual de seguridad, de ecos planetarios, por la repercusión que la prensa suele darle, si bien sus resultados y alcances no parece que hayan dado mucho de sí a lo largo del tiempo, más allá del indudable prestigio relacional que consiguen los organizadores. Y este año empieza de la peor manera posible.
El asunto comienza mal porque estamos en plena marejada de la conversación telefónica que el cesar yanqui ha tenido con el zar ruso, para disgusto de los líderes europeos, que han quedado al margen de la misma mientras el obediente secretario de defensa norteamericano les ponía firmes a todos ellos en la reunión general de la OTAN en Bruselas; y también para llanto de los pobres ucranianos y su presidente Zelensky, que ven cómo los miles de muertos y la invasión de su nación pueden quedar sin castigo y en las manos de dos autócratas; pues no hay que equivocarse, por más elecciones mediante que ambos alcanzaran el poder, el ejercicio del mismo es idéntico en ambos casos, autocracia imperialista. Ye lo que hay.
Y es que también en Múnich, en 1938, tuvo lugar otra conferencia con Adolph Hitler de anfitrión, y con Chamberlain por la Gran Bretaña, Daladier por Francia, y Mussolini por Italia, como contrapartes para intentar controlar a un líder alemán que ya se había pasado por el arco del triunfo la mayor parte de los malhadados Acuerdos de Versalles y que allí, en Múnich, obtuvo el visto bueno de los líderes europeos para anexionar parte de Checoslovaquia, los Sudetes, habitados por personal de origen alemán.
Fue lo que se conoció como el Apaciguamiento, que daría lugar, seis meses después a la ocupación de toda Checoslovaquia, y más tarde, a la desaforada huida hacia adelante del tipo hasta su suicidio en el bunker de Berlín. Toda una historia que empezó, en lo que toca a las cesiones en busca de la paz, con la Conferencia de Múnich, y que hoy parece obligado rememorar, por lo que nos toca.
Trump va a lo suyo, con su mentalidad de tiburón empresarial, y con su política personal de empezar las negociaciones con amenazas, y mucho me temo que nuestros líderes –nunca Europa estuvo más huérfana de dirigentes- no están en condiciones de tomar la única solución que tenemos a nuestro alcance: la refundación de la Unión dando un paso más hacia los Estados Unidos de Europa. Todo lo demás, incluyendo el aumento de los presupuestos de defensa, no servirá de nada, seguiremos al albur de lo que autócratas como Putin y Trump puedan decidir por nosotros. Y es sólo el principio.
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