Opinión | Palabras con silencios
La frágil salud del Papa
"El Papa goza de buena salud hasta el momento en que se muere", era el secular aforismo vaticano, para evitar así chismes y contubernios. Recuerdo el sobresalto que causó la fotografía de Sor Pascalina administrándole oxígeno a Pio XII moribundo y las acusaciones a su médico de cabecera, Galeazzi-Lisi, de vender las fotografías a la entonces famosa revista "Paris Match". Hoy no es así. El papa, en situaciones de salud delicada, acude al hospital como los demás y se da información frecuente y veraz. En el caso actual de Francisco, la enfermedad es grave y preocupante por su edad de 88 años, lo que hace calificar a los médicos que su estado es crítico y reservado, ya durante dos semanas, con la esperanza de leves mejorías. Que es grave se evidencia también en que en la plaza del San Pedro se reza cada tarde el rosario dirigido por un cardenal suplicando su curación. Esto no se convoca por simples gripes y catarros.
La mayor parte de la cristiandad desea su restablecimiento. No todos, porque Francisco es el papa que ha tenido más contestación dentro de la propia iglesia, incluidos cardenales, lo que es insólito. Muchos anhelamos y suspiramos que pudiera disfrutar y finalizar este jubileo de "La esperanza no defrauda" que ha convocado, signo profético para un mundo de incertidumbres, violencias y nuevos imperialismos, que necesita de esa vital virtud a toneladas.
Lo que sí no podrá finalizar serán las reformas encomendadas en el cónclave. Hay que tener en cuenta que primero se clarificó la situación actual de la Iglesia y los cambios y reformas que necesitaba, luego se eligió a la persona que podía llevarlas a cabo. Bergoglio no contaba entre los papables. Lo cuanta muy bien el nonagenario cardenal alemán W. Kasper. Se imponían cambios y renovaciones en la Curia, en el Banco Vaticano (IOR), hacer frente a la crisis de los abusos y afrontar con más decisión la secularización. Fue lo que provocó la renuncia de Benedicto XVI. Se reconoció que la Iglesia "sumida en una situación de cansancio y agotamiento espiritual", había perdido fuerza profética e impulso misionero. Se necesitaba un papa de recia espiritualidad y de fortaleza de carácter para afrontar la adversidad de toda transformación, más en una institución donde muchos creen que todo es de base divina, intocable. Pronto hubo consenso. En la 5ª votación fue elegido el cardenal jesuita de Buenos Aires. Sorprendió además con el nombre y el lema: "Francisco, repara tu Iglesia". Para ello, escucha más al pueblo fiel con su "sensus fidei" que a debates teológicos. Abrió con decisión los procesos de cambio y está convencido de que el futuro de la iglesia está, no en la Europa envejecida y cansada, sino en otros pueblos y Continentes, en lo que él llama las periferias.
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