Opinión
Barraganas
Este año el Día de la mujer ha quedado un tanto deslucido. Las lluvias caídas en casi todo el país, en algunos casos casi torrenciales, han obligado a todo el mundo a guarecerse bajo paraguas e impermeables, lo que da como resultado unas imágenes poco atractivas para la prensa gráfica y televisiones pero, además de ello, las noticias que los políticos "progresistas" han ido produciendo los últimos meses han contribuido sin duda al desencanto y alejamiento de muchos de los participantes de otros tiempos.
La nueva izquierda, y también la de siempre, ha venido utilizando el discurso de la mujer como un arma arrojadiza contra sus adversarios políticos, la derechona, sin darse cuenta de que ese es un terreno lo suficientemente resbaladizo, el traicionero mundo de la política, en el que cualquier tropiezo puede llevar a la ruina de los protagonistas, y en parte también de las formaciones de las que forman parte.
El año ha sido rico en acontecimientos escabrosos, y el tiempo dirá si también delictivos; pero quizás lo más estupefaciente haya sido el saber que el poderoso número dos del PSOE y Ministro de Transportes, el hombre que disipó las dudas de Pedro Sánchez tras su pérdida inicial de la secretaria socialista, mantuvo no una sino varias barraganas, con fondos de origen dudoso por el momento, aunque ya algún juez trata de poner luz sobre su procedencia.
Por este largo camino del Día de la mujer, que ha ido reduciendo al mínimo las celebraciones tradicionales de Santa Águeda, de raíz religiosa y por lo tanto repudiables, han ido cayendo otras víctimas, particularmente las formaciones clásicas feministas, arrinconadas, si no expulsadas, de los grandes movimientos, a favor de lo trans, queer y demás tipologías, que prácticamente acaparan todo lo relacionado con las ideologías políticas más izquierdistas.
Llovía también en Barcelona anoche, allí siempre buscan otras fechas para casi todo, por aquello de la diferenciación, mientras una marcha mucho menos concurrida que en el pasado oía gritar desde algún balcón los nombres de Errejón, Monedero y Ábalos para escarnio de los participantes; y en Gijón, el desfile lo presidía una parodia de Santina queer, mezclando, una vez más lo religioso y lo político sin respeto a las creencias de la mayoría, algo que no sucede, por ejemplo, con las creencias musulmanas. Ye lo que hay, astracanadas.
El caso es que, tomando el referente Ábalos, número dos del negocio socialista, conviene no olvidarlo, parece lógico pensar que esas barraganas que mantenía a lo largo del tiempo, nos dan una pista de la realidad que puede esconderse tras los discursos y bonitas palabras de nuestros líderes, una realidad tan fea como cabía esperar.
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