Opinión | Tormenta de ideas

Funcionariado y eficacia

Con perdón, hablemos de burocracia, de papeleo, de funcionariado y de la pandemia. A partir de esta… le pasa lo siguiente. Y es que, si por desgracia usted tiene que empezar cualquier trámite, se dará cuenta, de que esos impuestos que usted y yo pagamos, deberían servir también para facilitarnos la vida. Para que los autónomos puedan comenzar un negocio, una empresa cualquiera, para poder ganarse la vida honestamente y no depender (como otros) de las subvenciones de papá estado. Pues he aquí que quiero que sepan que es una tarea para la que tiene que estar preparado, si lo que pretendemos es rapidez y eficacia, porque si no sabe a qué se va a enfrentar es posible que le pasen por la cabeza ideas autolíticas de la desesperación.

Usted empieza llamando para informarse. Cuente más o menos una mañana o más bien dos. En ocasiones no cogen el teléfono, que pierde (si es que por ejemplo ya está trabajando en algo) porque si al fin da señales, saldrá una máquina con diez posibilidades que, aunque usted marque la adecuada, no habrá nadie que descuelgue al otro lado. Entonces se le ocurre que puede ir en persona. Coge el coche, mil vueltas para aparcar, llega a cualquier sitio de la administración y se encuentra con que un funcionario (con otros cinco mirando para usted) le dice que necesita cita previa, aunque usted está totalmente solo frente a todos.

Mira a todos lados y no da crédito, pero es cierto, usted no tiene cita y ellos no tienen absolutamente a nadie que atender, pero se la dan para quince días después. Usted ha consultado los papeles que tiene que llevar por internet, por cierto, un montón, que le ha costado conseguir aproximadamente 6 mañanas). Por fin acude con todo…pero hete aquí, que el funcionario que le tocaba, vuelve dentro de una hora, porque está desayunando. Pelín desesperado, pregunta si no hay otro que pueda atenderle, y le dicen que concretamente para esa cuestión, todos están con el bocata. La desesperación se torna en rabia, pero según en qué administración está usted, conviene, por si acaso, no ponerse muy chulo. Sin saber qué demonios hacer, vuelve al cabo de una hora, y el funcionario que desayunó mientras a usted se le atragantaba el suyo, le comenta como quien no quiere la cosa, que faltan papelitos (la deforestación está claro que no les preocupa por muy ecológicos que tengamos que ser los demás). En fin, que le piden la póliza redonda… y de repente se da cuenta que, aunque la ha conseguido, pasan seis meses y usted no ha podido abrir aún. Y ha tenido que ir al psiquiatra, porque la depresión es importante. Entre el tiempo y el dinero, decide que ya no abre. El ser autónomo, es lo que tiene.

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