Opinión | Comentarios al paso
Paráfrasis de un poema de Blas de Otero
Reflexiones a los 70 años
A los 70 años sigo pensando lo mismo que a los 12. Que un río es una mecedora aterida donde flotan truchas y cangrejos al ritmo de nanas burbujeantes. Que los niños ricos, cuando mueren, se entierran en féretros níveos y van al cielo a través del ojo de una aguja. Que la retórica tonante de la curia ensotanada solo va a misa, que no es poco. Que mi padre nunca tuvo maña en el arte de pescar. Que a mi madre le brotaban sabañones de tanto frotar ropa en el lavadero.
A los 70 años sigo pensando lo mismo que a los 20. Que nunca entenderé la teoría del cierre categorial ideada por el filósofo Gustavo Bueno. Que estoy dispuesto a trocar deudas por versos con un apretón de tinta o un borrón de manos (sin entidades bancarias de por medio, ¡por caridad!). Que lloré y lloro -pánfilo que es uno- con el resplandor y el estallido de un rayo de luz cualquiera. O con una de las películas de Marisol que echan por la tele.
A los 70 años sigo pensando lo mismo que a los 40. Que la tierra que me tocó en suerte pisar está sembrada de rastrojos e ilusiones (también). Y repleta de parias sin ascensor, pese a las inveteradas profecías de Carlos Marx. Que nunca bailé ni bailaré a los sones de un vals patricio.
A los 70 años, me planto ante la muerte y le digo, como el alocado cántico del niño o el rebelde grito del ángel fieramente humano que "aquí te espero comiendo un huevo,… cómelo tú, que yo no lo quiero". Porque la tumba siempre comprenderá al poeta, según dejó escrito Charles Baudelaire en un poemario muy renombrado y escasamente leído: "Las flores del mal".
A los 70 años, menos pamplinas y menos paparruchas. Se te deniega taxativamente, insolente poeta, la petición de paz, y se te traba, se te encierra la palabra exigida, Blas de Otero, en un moderno y ensordecedor turbo de ruido. Se confirma que la poesía ni es arma eficaz ni apunta a un futuro prometedor, como auguraba tu ingenuo colega Gabriel Celaya: deberá transformarse en un auténtico dron de combate si quiere pintar algo. Porque esta guerra, que lo sepáis, la ganarán, si no aplicamos remedios, los superricos y los megamatones.
A los 70 años tomo café solo y hojeo los periódicos por las mañanas, atiendo las tareas reglamentarias, deambulo, converso, conspiro (esto lo cuento para chinchar a los tecnotiranos del globo terrestre), leo, escribo. Y cumplo las obligaciones fisiológicas y domésticas como desde antiguo. Sin entrar en detalles.
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