¿Y si empezamos a regenerar nuestras infraestructuras?

Como buen aspirante a chigrero vociferador, voy a intentar arreglar el mundo en 450 palabras. Hablar del mundo puede que sea un poco ambicioso, pero alguna cosina de nuestra querida villa puede que sí (momento iluso ON).

Es vox populi en los sanedrines que se generan en los parques de El Llano, lo inoportuno de cargarse uno de los lugares más concurridos por peques cuando Lorenzo empieza a llenar de luz los rincones de nuestro amado Gijón. Una zona verde aderezada con juegos infantiles y mesas para el disfrute de niños, niñas y familias. Quien más y quien menos en el barrio ha pasado más de una tarde ahí. Hoy podemos declarar que el parque de las piscinas ha pasado a mejor vida en favor de una nueva infraestructura: la futura escuela 0-3.

Es curioso observar cómo se agujerea el terreno para levantar un nuevo espacio cuando virando la vista al otro lado de la avenida del Llano descubrimos tres centros educativos que en sus años dorados albergaron hasta 24 grupos por centro. Centros que ahora apenas llegan a los 12 grupos cada uno. Centros que viven una competencia continua por atraer alumnado año tras año. Quiero destacar la titularidad municipal de estas instalaciones.

Pero ahora imaginemos que empezamos a valorar y repensar nuestras infraestructuras para que puedan estar al servicio de procesos educativos más completos y plenos. Imaginemos que el Colegio Público de El Llano hubiera recibido una inversión para remodelar sus instalaciones e incorporar esa escuela 0-3. Una auténtica oportunidad de revitalizar el itinerario educativo completo de esos bebes que entrarían en el centro y podrían cursar todas las etapas educativas hasta 6º de primaria.

Una evolución que hubiera fortalecido la escolarización en la pública, revitalizando unas instalaciones agradecidas de ser mejoradas y que hubiera normalizado el tránsito Gloria Fuertes-Martínez Blanco… Y sin olvidar que habría preservado un parque muy valorado en la zona.

Seguramente el montante económico de la inversión hubiera sido más comedido, pero el impacto a corto, medio y largo plazo habría sido increíble. Y ese debe ser uno de los grandes principios de la inversión: ¿qué valor social lleva implícito y cómo este se puede maximizar?

Está claro que vende más poner un ladrillo que regenerar una infraestructura existente. Pero estas cosas ¿para quién y para qué se hacen? ¿En algún momento pensamos en como una infraestructura debe conectarse con las oportunidades y necesidades de su entorno? ¿O simplemente ejecutamos gasto para presumir de continentes y pensar como el contenido es tan o más importante?

La inversión tan necesaria que es la educación requiere de cierta creatividad para potenciarla, facilitarla y hacer que cada euro destinado a ella tenga el mayor impacto y sostenibilidad posible. La regeneración no solo cuida lo que ya tenemos: puede transformar nuestro futuro con más sentido y más comunidad.

Pero, en fin, seguiremos hablando de estas ideas en los parques del barrio.

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