Opinión | Palabras con silencios
El Papa de la esperanza
Certezas y sorpresas de una elección insólita
Con el jubileo de la esperanza a medio celebrar nos dejó Francisco. Coge el relevo Ricardo Francisco Prevost Martínez. Su elección despierta esperanza. Fue solo media sorpresa. Contaba en la segunda línea de posibles cardenales papables. Ahí se ve la intervención del Espíritu Santo. No era el más esperado por vaticanistas y opinadores. Lo que sí extrañó fue el nombre como "sucesor de Pedro": León XIV. No se había barajado este nombre, a pesar de ser uno de los más utilizados por los papas, el último León XIII, hace ya más un siglo, de gran prestigio y padre de la Doctrina Social de la Iglesia con su encíclica "Rerum Novarum". Él nos dirá la motivación.
Pronto puso el Espíritu Santo de acuerdo a los 133 electores para lograr el consenso. Benedicto XVI, el gran teólogo Ratzinger, decía que intervenía siempre… si le dejaban los cardenales. Esta vez, no le pusieron mayores inconvenientes. En las reuniones del preconclave, vieron con claridad quién era el que mejor podía servir y guiar a la Iglesia en esta etapa postfranciscana y de tiempos tan azarosos.
El novel papa, de 69 años de edad, tiene una rica y variada biografía. En sus 43 años de sacerdocio ha ido ejerciendo y experimentando todos los pasos de la vida eclesial y religiosa, desde coadjutor de parroquia hasta cardenal y desde religioso de base hasta prior general de la orden agustiniana. Esa experiencia, para una persona que tiene que gobernar, supone un valor muy importante.
Es un norteamericano-peruano, con la doble nacionalidad, del Norte y del Sur, de país rico y de pobre, lo que le facilitará ser y tender puentes, una de las finalidades que desea que ejerza la Iglesia, sobre todo, ante el gravísimo problema de la migración que le enfrentará con su paisano el inmisericorde y deslenguado Donald Trump.
Este religioso agustino, misionero de "una Iglesia en salida", hoy papa León XIV, aunque con cara de cervatillo, es hechura de Francisco que le descubre, le nombra obispo de Chiclayo en 2014, le pone al frente del segundo dicasterio más importante, como es el del nombramiento de obispos en 2023, y hace muy poco tiempo le creó cardenal. No es arriesgado pensar que le dejó situado en primera línea. ¡Insólito! Con cuarenta años de misionero y solamente once de obispo, ha sido elegido el 267.º sucesor de San Pedro.
En su primera homilía de ayer viernes, ante los cardenales electores, ha marcado su línea, asumiendo el Concilio Vaticano II y los "procesos" que inició Francisco. No será una copia. Tiene su propia personalidad. Será el que reglamente y ordene -es matemático- para su consecución esos procesos abiertos que harán que la Iglesia, ahora en alza, dé respuesta a las situaciones de este momento de la Historia. Entre ellas, "tender puentes para la paz". ¡Despierta esperanza! n
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