Opinión

¿Por qué le llaman parque?

Lo de Hermanos Castro, también conocido popularmente como parque inglés, me trae hablando solo. Nació bastante gafado ese espacio con supuesta vocación de zona verde, por los setenta del pasado siglo. Concebido como expansión, al otro lado del río, del parque de Isabel la Católica, albergó inicialmente un vanguardista y espantoso quiosco de la música, calificado pretenciosamente como auditorio, que por falta de uso y atractivo fue pronto víctima de la piqueta.

La maldición persiste décadas después, cuando el mal llamado parque no es hoy más que una explanada dedicada a aparcamiento y rodeada en sus laterales de algo de verde y árboles. Me resulta inconcebible que un llamado parque a escasos cien metros de la playa, supongo que, calificado además urbanísticamente como zona verde, tenga tal uso. Se nos llena la boca con mantras como ecoresiliencia, zonas de bajas emisiones, agenda 2030, y demás mandangas, pero al final parece queremos llegar con el "cochecito leré" al lado mismo de la playa o de la feria. ¿Alguien se imagina el verde de Isabel la Católica o el kilometrín plagado de coches cual prao de romería? Pues esto es lo mismo, y todos contentos.

Uno, poco partidario de excesos ecologistas, apoyaría en este caso la eliminación de todo rastro de asfalto, y la conversión de esa superficie privilegiada en un verdadero parque. Y si hace falta zona de aparcamiento en la zona habrá que tomar medidas alternativas. Promoviendo el transporte público, o racionalizando el uso del parking de El Molinón, uno de cuyos extremos está tomado últimamente por multitud de caravanas. Si se prohíbe la acampada en parques, tampoco debería permitirse ese uso habitacional y prolongado de los aparcamientos urbanos. Esos vehículos deberían limitarse a espacios habilitados fuera de la ciudad.

Por otro lado, y si tanto urgiera el uso del parque como aparcadero de coches, no se entiende que cada dos por tres, y sobre todo en verano cuando más aprieta la escasez de plazas de aparcamiento, el parque se cierre para iniciativas lucrativas de promoción privada como festivales de música, eventos gastronómicos y etílicos, y un largo etcétera. Y la oposición municipal, que se rasga las vestiduras por la colocación de cuatro casetas en Begoña durante la semana grande, tocando el violón. Lógico, fueron ellos mismos los que iniciaron esos usos privativos del supuesto parque. Allí, por ejemplo, trasladó el "Oktoberfest" la exalcaldesa carbayona para mantener su relato de falsa ruina de la plaza de toros, montado para prohibir, por la puerta de atrás, los espectáculos taurinos protegidos por una ley nacional. Zonas alternativas para todas esas celebraciones hay, por ejemplo, la explanada de Marina Civil. Así que uno no deja de preguntarse por qué le llaman parque, cuando lo que quieren decir es explanada asfaltada multiusos.

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