Opinión
Gijón, capital de la costa azul
Desde Atlantic Cities al Foro del Noroeste; del Arco Atlántico al Boletín Oficial del Estado del 31 de enero de 1969 que naturalizaba la denominación "Costa verde" para Asturias, antesala del Paraíso Natural se acogía Gijón a la capitalidad e incluye trofeo de fútbol, en algo somos capital.
Gijón parece desempeñar, sin quererlo, el rol de James Dean, empeñado en agradar a un supuesto padre dándole ideas para paliar nuestra industria agotada, esencia del materialismo dialéctico que ejerce la fuerza del trabajo. Siempre hemos sido más proletariado, y lo seguimos siendo pese a la Reconversión revertida en servicios.
Mientras, ese supuesto "padre" rechaza cualquier intento que Dean, o sea Gijón, prospere aun devolviendo los dólares conseguidos aprovechando la inercia de la I Guerra Mundial y encarecimiento del precio los frijoles de la película. Una economía de guerra que, por desgracia, sigue de actualidad.
Las guerras de hoy insuflan aire a una exhausta mano de obra que debilita cualquier actuación ideológica de base. En vez de los frijoles o lechugas del filme de Kazan, moldeamos la calderería pesada a los carros de combate que son más de tierra que el naval, por muy azul que los pintemos. Al otro lado, desde el Atlantic Cities al Foro Noroeste e incluso al sur de Gijón, suenan capitalidades de toda índole: de gastronomía, cultura, deporte... y apenas nadie cita a Gijón como Capital de la Costa Verde, se nos escabulló.
A principios de siglo XX hubo en Gijón una agrupación juvenil llamada la "Chistera", por cierto muy activa en ideas culturales, como el cambio del verde al azul. Del año 2027, si no se anticipan las elecciones, comienzan a deshojar los calendarios como las margaritas. Se levantan edificios, ruedan proyectos o se contienen las inauguraciones; no digamos la rescisión de contratos como la ampliación del hospital, esperando que la memoria a corto plazo electoral se retenga en los votantes. Van hacer falta muchas tijeras y cintas que cortar para entonces con tanto receso.
La esencia de la novela de Steinbeck, "Al Este del Edén", es la eterna antinomia que nos caracteriza más allá de ideologías, el bien y el mal llevado en apóstrofe hacia el contrario político, cuando se trata de que al oeste de Gijón que fue cuna industrial, se pongan manos a la obra las palas y obreros de una y otra administración: Puertos, Autonomía y Ayuntamiento.
Que la zona marítima en discordia empiece azular, dejen de tirar piedras como James Dean al tejado de la madre. Que nos devuelvan esa capitalidad de la Costa Verde, o sea, lo tangible por donde pisar. De seguir peleando, acabarán volviendo los fielatos, tal que vas la dársena del muelle y a meter peseta por ser de distinta titularidad que la municipal y viceversa.
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