Opinión | Comentarios al paso
Polarizando, que es gerundio
Sobre el clima político y la crispación
Nos referimos, claro, al clima político caracterizado por la dislocación de la crítica al Gobierno, trasladándola desde las Cortes, transformadas en altavoces vocingleros, a los medios de comunicación y las redes sociales; de manera que el discurso parlamentario habitual no persigue el intercambio de propuestas y de opiniones, sino repercusiones mediáticas, cuanto más escandalosas mejor. Se alienta, se jalea la desmesura hiperbólica de la crítica sin consideración al adversario, sin atención a las reglas de la cortesía parlamentaria ni del respeto personal: descalificación sistemática e insulto.
Lo preocupante en nuestro país es que esta irritación se reproduce en un contexto planetario donde se extiende peligrosamente la tendencia hacia la extrema derecha del espectro ideológico, reforzada por la victoria electoral de Trump y sus funestas consecuencias. Lo desconcertante aquí, en un escenario nacional donde se aplican políticas beneficiosas para la mayoría ciudadana (el escudo social, la ampliación de derechos, la fiscalidad progresiva, el descenso del desempleo, el crecimiento económico…), es que, pese a todo, el sentido del voto sigue escorándose hacia posiciones de ultraderecha.
Lo que ahora denominamos polarización hace dos décadas se llamaba estrategia de la crispación: idéntica finalidad consistente en movilizar a los unos radicalizando sus posiciones para asegurarse su lealtad, y atribuir la radicalización a los otros para desmovilizarlos, aumentando su abstención electoral. Se acusa al Gobierno, sin mínima continencia, de falta de legitimidad para provocar una demoledora sensación de provisionalidad e inestabilidad.
Nuestra reciente historia muestra tres etapas de ruido atronador: la del último Felipe González, la de Rodríguez Zapatero y esta de Pedro Sánchez. Todas parecidas, aunque cada cual con sus peculiaridades. Quizás la novedad radique en el grado de confrontación y los cambios sobrevenidos en el sindicato de intereses que se forma entre la oposición política de derechas, parte de la justicia y los medios de comunicación más reaccionarios y confesionales. Está demostrado que cuando la derecha pierde el poder o no lo obtiene como preveía, el ruido se acrecienta, se espesa y se expande por el ambiente colectivo.
Rememora el periodista Joaquín Estefanía lo que contaba José Luis Corcuera: "Que recibió a José María Aznar cuando este era todavía líder de la oposición. Aznar vino a decirle que a partir de ese momento nada estaba ajeno a la crítica política. El entonces ministro del Interior socialista le contestó que era lo que hasta entonces había ocurrido, exceptuando la lucha antiterrorista en la que las diferencias se discutían en privado; en todo lo demás la crítica política se hacía todos los días. Aznar declaró textualmente: No, no me ha entendido usted: cuando digo que nada habrá ajeno a la crítica, digo nada".
Quien pueda recordar… que lo haga.
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