Opinión

A San Francisco Javier le atacó la polilla

La imagen del santo, a León para su reparación

En la Basílica del Sagrado Corazón de Gijón, algo inquietaba a los devotos más fieles: la imagen de san Francisco Javier empezaba a mostrar señales de desgaste… y no espiritual precisamente. Un agujerito por aquí, y los rastros de arena de madera, por allá… Hasta que se confirmó: ¡tenía carcoma!

A San Francisco Javier le atacó la polilla

A San Francisco Javier le atacó la polilla

Saltaron las alarmas, sobre todo entre los feligreses del Sagrado Corazón, los navarros de Gijón, y las devotas de cada día, que lo veneran como a uno de casa.

Paco Muniaín, presidente honorífico de los devotos javerianos, lo expresó muy claro:

–"¡A Javier no lo toca ni la polilla ni el olvido!"

El rector, movido por el fervor popular, encargó una operación de rescate urgente: el santo viajará a León, donde un taller experto en restauración de la carcoma, le devolverá, su lugar en la Basílica, y su dignidad misionera.

Volverá. Y estará más guapo, más firme… y con más historia que nunca. El rector lo ha dicho en voz alta, y Paco Muniaín lo ha secundado con entusiasmo:

–"Cuando vuelva del todo, con su cruz en alto y limpio de agujerillos de carcoma, en la sotana y por la espalda: ¡haremos una fiesta! Y que no falte el pacharán".

Porque si algo tiene San Francisco Javier –además de santidad– es una legión de amigos que no lo dejan solo ni ante la carcoma.

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