Opinión

Playa verde

Los usos de los espacios urbanos que sugiere la ciudadanía, en ocasiones, van por delante de estrategias, planes o proyectos de ciudad siempre con la connotación medioambiental y de impacto, obligado por las subvenciones que nos llegan desde Europa. No siempre hay participación ciudadana, aun abriendo canales de sugerencias en las webs municipales donde cada colectivo o persona aporta lo mejor de sí con buena intención social.

Reciente, sobrevino a Gijón el concepto "Playa verde" aplicado a una zona particular próxima al Rinconín. Tenemos de las mejores playas del norte, sin chauvinismo, además encadenadas tres de tres en la bahía gijonesa, sin contar la perla de Estaño, hay que dai de comer a parte.

Esta denominación se había sugerido en tiempo de pandemia cuando el arenal San Lorenzo estuvo parcelado con distancias de seguridad. A la Alcaldía de entonces se elevó una proposición con dos apreciaciones del momento. En primer lugar, debido a la reducción del número de bañistas por metro cuadrado, ofrecer más espacios para el disfrute y esparcimiento en zonas solárium ad hoc de Gijón, los praos en definitiva. La otra variante o causalidad es incontestable: el uso de parques públicos-solárium. Así demostrable desde Montevil a Los Pericones; el mismo verde que mira al mar desde el este del cerro Santa Catalina, como el litoral ajardinado que alcanza a la entrada senda del Cervigón.

En conclusión, y al menos de puertas adentro, esa participación ciudadana de playa verde consta en el municipio, siendo ahora punto de desencuentro en el gobierno de coalición Foro-PP, que con toda seguridad está aclarado. No obstante, unos miran por los 27.000 euros de presupuesto para el concurso de ideas argumentando que hay excelentes técnicos y no acudir al ideario público, y los que han tenido la iniciativa lo ven más de abrirse al prójimo.

Lo que se aportó a la Alcaldía en mayo de 2020 era que las playas verdes llegasen a todo Gijón, de modo que usuarias del parque Los Pericones tuvieran su espacio cercado y con servicios de duchas y demás prestaciones propias de una playa o piscina abierta, aun siendo prau. Eso sí que es participación ciudadana, sin más diseño o plano que la sana costumbre de sentirse a gusto al pie de casa, probablemente la forma más democrática de hacer ciudad, siempre bajo el capítulo de ordenanzas y civismo que nos caracteriza, no es dar jabón, que también.

A ver si la playa verde no queda desierta, aunque el mar no bañe tus pies en los barrios, los praos donde la ciudadanía construye su espacio de confort, sin más arquitectura que la espontaneidad y convivencia. Que así sea.

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