Opinión

héctor colunga

La política de cordel

Recuerdo, hace años en el campus del Milán, tras una clase de Teoría de la Literatura, nuestro estupor ante un término que desconocíamos: la literatura de cordel. En nuestro imaginario no cabía la definición sencilla del término. En un alarde de valentía, motivados por nuestro interés por aprender, un grupo nos acercamos para preguntar por ello.

La respuesta fue un jarro de simpleza y realidad que pinchó nuestras elucubraciones más creativas sobre lo que podía encerrar ese constructo: creaciones populares en formato de verso que se presentaban al público colgadas de un cordel. Sencillo y apto para todos los públicos.

En estas semanas, nuestra ciudad ha sido telón de fondo de una nueva revolución en lo que a género literario se refiere. Y no hablo de la exitosa Feria del Libro ni de la inminente Semana Negra, que abre sus puertas hoy.

Buzones, esquinas, muros de los de toda la vida –levantados con ladrillo y cemento–— o muros virtuales que retroalimentan nuestras creencias, han sido el cordel sobre el que hemos podido disfrutar de "versos" enfrentados entre Foro y PSOE. Como si de un viaje al Siglo de Oro se tratara, atisbados con la pluma en prosa de Góngora y Quevedo, se han dedicado folletos, publicaciones, artículos… Posiciones enfrentadas que aseveran manejar el lenguaje de la verdad. Un enfrentamiento popular que se ha librado con mayor intensidad en las calles de la zona oeste de la ciudad.

Es curioso que la verdad pueda tener tantas caras. Es curioso que el panfleto y la publicidad retornen a nuestros días como canal de enfrentamiento entre quienes ocupan (y se ocupan) de lo común de nuestro municipio. Una literatura de panfleto que cada vez gusta más utilizar a los partidos políticos.

No he entrado a analizar la información de cada una de estas expresiones político-literarias pero sí me parece relevante el flaco favor que los partidos políticos hacen a la generación de opinión, la reflexión y la deliberación… cuando las estrategias utilizadas carecen de la profundidad suficiente para tratar con diligencia y respeto a la ciudadanía.

Quizás uno peque de romántico o utópico, pero, como ciudadano de Gijón, agradecería un abordaje a la realidad con rigor, información clara, espacios de debate diversos… Una transposición de la vida pública y política de la ciudad a la cotidianeidad de las personas. Un tratamiento amplio de la verdad, para que no pasen de puntillas pequeñas verdades que alimentan la sensación de que todos tienen razón por aquello que dicen. Tal vez ha llegado el momento de descolgar los eslóganes del cordel y empezar a tejer, entre todos, un relato más honesto y compartido de ciudad. ○n

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