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Opinión

Las aguas vuelven a su cauce

La feria del Pilar, en Zaragoza, y la de Otoño en Madrid, con el sorprendente corte de coleta de Morante de la Puebla, pusieron punto final a la temporada taurina en la península. Pero también ha sido noticia estos días el bloqueo en el parlamento nacional, por una amplísima mayoría formada por los partidos del centro-derecha y la abstención del partido socialista, de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que trataba de retirar la protección otorgada a la tauromaquia como patrimonio cultural de España. Las algo más de seiscientas mil firmas que lo demandaban, que no es cantidad como para tirar cohetes después de una machacona campaña nacional de recogida, no convencieron a los partidos mayoritarios.

La tauromaquia forma parte de nuestro acervo cultural nacional y no entiende de derechas e izquierdas, porque nació del pueblo y a él le pertenece. Y aficionados los hay de muy distintas ideologías. Federico García Lorca, en una conferencia impartida en 1936, decía que "el toreo es, probablemente, la riqueza poética y vital mayor de España (…) es el único sitio a donde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbradora belleza".

A pesar de sus diferentes sensibilidades y corrientes, los socialistas han optado por la prudencia, conscientes del coste electoral que podría acarrearles abrir ahora este melón. No está el horno para bollos en dicho partido, y menos la cocina para más chistorras o lechugas. Y más cuando la fiesta de los toros goza de creciente popularidad entre un sector juvenil que llena los tendidos mostrando así su rebeldía contra lo políticamente correcto; o las retransmisiones televisadas por canales autonómicos, como el madrileño o el andaluz, baten récords de audiencia.

Parece que el afán censor de nuestra anterior alcaldesa cunera, que por falta evidente de competencias para ello optó por disfrazar de una falsa ruina de la plaza local rayana en lo prevaricador, fue toda una anormalidad en su organización política. Doña Ana fue en esto un verso suelto y disonante, y datos hay que lo avalan. La única socialista que le precedió inmediatamente en el cargo, doña Paz Fernández, no faltaba ningún día de Begoña en la plaza de El Bibio, consciente de que las tradiciones arraigadas están por encima de los gustos personales. Y en su ciudad natal de San Sebastián fue el partido socialista, en coalición con el PNV, el que en 2015 facilitó la vuelta de las corridas tras su supresión por los radicales filoetarras de Bildu. El asturiano Ramón Pérez de Ayala, estudiante en los jesuitas de Gijón a los que retrató de forma ácida en su novela AMDG, dejó dicho aquello de que "si yo fuese dictador en España, prohibiría las corridas de toros; como no lo soy, no me pierdo ni una".

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