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Opinión

De presupuestos y caminos a seguir

Consumidos los excesos del verano, toca recuperar el hábito del trabajo. En política, presupuestos mandan, de ahí que la presentación del documento que va a guiar la actividad de nuestro consistorio el próximo ejercicio, resulte de vital interés. Máxime, si las promesas efectuadas sobre la no subida de impuestos se quedan en agua de borrajas con el incremento aprobado para Emulsa, por ejemplo, el año pasado, destinado, no a un mejor servicio de limpieza, tampoco a que la basura se recoja diariamente en todos los barrios (¡ay, qué tiempos aquellos!), ni mucho menos a incrementar la tasa de reciclaje mediante el establecimiento de tarifas progresivas, por ejemplo, sino a recaudar unos ingresos que, ¡oh sorpresa!, se han entregado a un ayuntamiento que después niega descapitalizar las empresas públicas. Será cuestión de perspectiva. Habrá que estar atentos al desglose que se detallará en los próximos días, pero lo que sí sabemos es que, después de anunciar a bombo y platillo el éxito de las propuestas de Divertia y Festejos, curiosamente el Ayuntamiento tiene que incrementar su presupuesto. Así que pagamos más por la basura, y vemos nuestra ciudad más sucia, sí, pero quién puede quejarse, si con ello financiamos terrazas y eventos varios. De hecho, parece que, hasta el Jardín Botánico, riqueza de todos los gijoneses y gijonesas, va a ponerse a disposición de la actividad privada, previo pago de las tasas correspondientes.

No se acaba de entender aquello de más con menos. Salvo por lo del menos, que parece ser que es lo que nos queda. Proyectos grandes, proyectos de ciudad, no se ha materializado ninguno. A ver qué dicen estos presupuestos, porque por no tener, no tenemos ni los fondos para Cimavilla 2030, así que, perdidos, de momento, esos fondos, no parece que en 2026 vayamos a ver ni los planos.

Muy lejos nos estamos quedando de esa Europa que invierte en que las ciudades progresen para mejorar la vida de quienes las habitan y que señala como primera necesidad desarrollar políticas de vivienda pública. Porque lo de la vivienda, como lo del billete del autobús, no debe ser importante para la gente.

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