Opinión
Otoño cultural
El otoño parece haber llegado con escandaleras. En lo local el ruido de los "charangueros" del Carnaval, que reclaman espacios para sus ensayos; y a nivel regional, y sin que sirva de precedente, la loable unidad contra el ilegal peaje del Huerna. Pero en este Gijón, en el que instituciones culturales otrora boyantes hoy parecen sestear, no han faltado estos días acontecimientos que, sin ruidos ni alharacas, contribuyeron a elevar el tono cultural de la nueva estación.
Dejo a un lado la exposición de una selección de la colección pictórica de Unicaja, que parece será otro éxito más en lo que ya es una consolidada recuperación del Palacio de Revillagigedo como espacio expositivo de primer nivel. El edificio de la antigua Escuela de Comercio, y más concretamente su salón de actos, acogieron recientemente dos acontecimientos del máximo interés, organizados en ambos casos desde instancias públicas. En primer lugar, una interesantísima conferencia del director de la Real Fábrica de Tapices, promovida desde la concejalía de Relaciones Institucionales. Alejandro Klecker de Elizalde une a su erudición inusuales dotes comunicativas que hicieron que su presentación, a sala llena, resultara tan amena como apasionante. En ella repasó la historia y misión de esta institución varias veces centenaria, y la sobresaliente calidad y necesidad de conservación de nuestro patrimonio textil nacional. Precisamente piezas muy destacadas del mismo formarán una exposición que podrá verse en Gijón en el último trimestre del próximo año.
Sin tanto público, pero con no menos interés, la Facultad Jovellanos conmemoró el ciento diez, aniversario de la construcción del edificio de la antigua Escuela de Comercio. Homenaje que no fue posible realizar en su centenario, al encontrarse el edificio en obras tras un traspaso al Ayuntamiento que, cómo se recordó, se criticó con fundamento desde algunos ambientes universitarios. El acto sirvió para vindicar la figura olvidada de Valentín Escolar, director del centro durante décadas, y en concreto en los años de construcción de esa histórica sede. El profesor Enrique Loredo glosó su actividad académica, que se completó con una sentida semblanza familiar a cargo de un bisnieto de D. Valentín. El acto se completó con una interesantísima exposición sobre la vidriera del edificio, la más antigua de nuestros edificios públicos, a cargo del joven historiador Isaac Cuello. Al rigor de su investigación unió una cuidada presentación, en soporte digital, que permitió conocer al detalle las características técnicas y artísticas de este singular elemento de nuestro patrimonio local.
Iniciativas como estas, alejadas del simple ruido mediático o de una banalidad en los contenidos hoy tan frecuente, son las que contribuyen, con fundamento, a la construcción de esa llamada "vía gijonesa", de la que tanto se habla.
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