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Opinión

Un "Inuksuk" del Monte Areo

El 15 de agosto notificábamos al Ayuntamiento que tuvieran en cuenta una especial vigilancia en esa masa forestal que supone el Monte Areo. Los incendiarios aguardaban su oportunidad, y se cumplió el vaticinio. El eucalipto, intruso él, es un cultivo dado que no se le puede catalogar de bosque, apenas alberga condiciones de vida para la fauna cuanta menos biodiversidad para dejar un suelo fértil, libre de matorral. Asturias está "eucaliptizada", valga el palabro.

Los helechos secos y matorrales son acelerantes que conocen bien los incendiarios, amigos de meter mecha de forma reiterada al Monte Areo, en tiempos prehistóricos sagrado para sus habitantes. Se echa de menos las coincidencias en incendios con el guarda forestal, entrañable Silvestre, vigilante de nuestra flora y fauna en los alrededores de Gijón, gran conocedor de todos los recovecos, caleyas y escondites donde acceder a atacar los fuegos de Fano, Deva, Huerces, Rioseco, Areo y todo aquello que oxigena a un Gijón con pronóstico de síndrome del quemado, el monte Areo en particular, él sabía las causas.

Cualquiera que se adentre en esa zona, desde Montiana o Carreño, habrá comprobado que, salvo pistas para excursionistas, deportistas y quienes hacen trabajos forestales es impenetrable. De ahí que los incendiarios aguardasen su turno agazapados, frotando manos y cerillas para dar candela abrasando, aprovechan las previsiones del tiempo y vientos favorables con premeditación, nocturnidad y alevosía. Y quienes tiene responsabilidades lo sabían, precisamente por la recidiva costumbre de prender ese monte poniendo en riesgo a la población cercana, a los agentes forestales, bomberos y dotaciones que han de intervenir. Mientras, los incendiarios se marchan libres de pecado rozando la criminalidad. ¡Hasta la próxima!

No es la pobreza de conciencia de los incendiarios, es la poca vergüenza de quienes tienen responsabilidad de mantener estas plantaciones al día, limpias de monte bajo, así como aquellos que planificaron hace décadas un modelo forestal estúpido, insostenibles e irrisorio creyendo que es una libreta de ahorro tal que cada diez años o periodo de tala, sacas los intereses y a correr, que lo limpie el fuego. Habrá que volver a lo salvaje, a los primitivo que tenían más luces como los inuit, por poner una cultura ancestral de Canadá, con el mismo megalito que el del Monte Areo respetaban la naturaleza y llamaron a su apilado de piedras "Inuksuk" al cambio un menhir que significaba "actuar en calidad de humano", hace ya más de dos mil años.

En base a lo humano debemos replantearnos qué árboles nos oxigenan, empezar a quitar de arreo estas pirófitas plantaciones que les gusta el fuego como el comer, y volver a las carbayeras, que aún quedan vestigios en Gijón, esos bosques no ardían ni lo ardían tan fácilmente, porque cuando el monte se quema algo nuestro se quema. A ver qué batalla nos cuentas ahora nuestros políticos de foto y a pasar página.

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