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Opinión

El barrio que puso los cimientos del Gijón moderno

El Llano formó parte, con la Carretera Carbonera, del eje troncal del despegue económico y propició, con su radical cirugía estética, un antes y un después del urbanismo asturiano

El barrio que puso los cimientos del Gijón moderno

El barrio que puso los cimientos del Gijón moderno / Lucas Cid

Los miles de automovilistas que a diario circulan por la avenida de El Llano puede que únicamente asocien la zona con un lugar de paso camino al trabajo. Una entrada o salida sin más de la mayor ciudad de Asturias. Pero en su recorrido por esa recta, a la sombra de tilos y fresnos o edificios de arquitectura singular, atraviesan, en realidad, el barrio que puso los cimientos del Gijón moderno. Por dos veces. En lo económico, cuando la Carretera Carbonera, adelantándose al ferrocarril, unió El Musel con la cuenca del Nalón en 1842 y se convirtió en la arteria troncal del despegue asturiano. Y en lo urbanístico, cuando más recientemente, en 1986, una gigantesca operación inmobiliaria hizo nacer de un terreno baldío otra ciudad dentro de la ciudad.

Nada de Gijón resulta ajeno a Jovellanos. Así que a nadie le puede extrañar que El Llano también sea en alguna medida deudo del ilustrado. El camino carbonero que lo cruzó fue soñado por el prócer y, además –qué sorpresas guarda la historia–, la primera carretera de peaje de España. Un fruto de la simbiosis entre el interés general, alimentar de carbón al país, y la inversión particular, en este caso, del marqués de las Marismas del Guadalquivir, que falleció el mismo día que inauguraba la vía. El Llano, con todo derecho, puede proclamarse emblema de la colaboración público-privada porque idéntica unión se daría un siglo después para una colosal cirugía estética. Una superficie equivalente a diez campos como El Molinón, de suelo degradado y destartaladas chabolas, acabó convertida en el mayor barrio de Gijón, 40.000 almas, con una inversión superior a los 120 millones de euros. Hubo un antes y un después de este plan. Marcó el inicio de una etapa de crecimiento ordenado y de mimo hacia el urbanismo en las grandes ciudades asturianas.

Hay mucho que contar

Hay mucho que contar en El Llano, y no solo del pasado. La Escuelina infantil, la reforma en torno a la Escuelona, los cambios en los parques, la actividad comercial, las piscinas, el ambiente multicultural, el dinamismo de los jóvenes, el Samaín de estos días… Porque aquí existe un gran presente y un prometedor futuro que vio ayer la luz: LA NUEVA ESPAÑA de El Llano, nuestra segunda edición digital para un barrio de Gijón y la duodécima hiperlocal en la región. Todas ellas, junto a otra global, Asturias Exterior, el abrazo a la diáspora, y las cinco de papel conforman un proyecto sin precedentes en la prensa asturiana.

El cambio constante es consustancial al periodismo desde sus inicios. No responde a otra cosa que al propósito de adaptarse a la realidad y a las necesidades y demandas en cada momento de los lectores. La forma en que las personas se comunican o reciben información varía a lo largo del tiempo. Gracias a las nuevas tecnologías y a la sociedad hiperconectada atravesamos un periodo de reinvención drástica de enorme potencialidad y positivas virtudes.

Nunca los medios pudimos acercarnos de manera tan amplia e instantánea a la audiencia. Nunca contamos con herramientas tan poderosas para profundizar en las noticias, reportajes e historias personales. Y nunca los gijoneses y los asturianos dispusieron en un solo periódico, su periódico, de una oferta tan completa, extensa y variada. Un objetivo la inspira: contarles las cosas de cerca, estar pegados a las vivencias de los ciudadanos para serles de utilidad. Nada deseamos tanto como serviles estando a la altura de lo que su extraordinaria fidelidad nos exige. Bienvenidos a un nuevo hito periodístico en web. En El Llano prosigue una aventura apasionante.

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