El Traxe’l País brilla en la pasarela de Grado: así fue la gran cita con la indumentaria tradicional

El certamen reunió a una multitud ante la capilla de los Dolores en un despliegue de ropajes y aderezos que reclama un museo propio en la villa

Luján Palacios

Lana, seda, terciopelo, lino o algodón son algunos de los materiales que tejieron este domingo un brillante y colorido día Día´l Traxe´l País en Grado, en la octava edición de un certamen que luce como las grandes pasarelas de moda. Porque, en su caso, además de ropajes de calidad y diseño, lo que se muestra es profundamente valioso: la tradición de un pueblo que mantiene sus raíces a través de la indumentaria, de la investigación del pasado para proyectar el futuro y que, además, ha servido al evento para hacerse el año pasado con el prestigioso premio "Moscón de Oro".

Un total de 35 participantes llevaron al escenario ubicado ante la capilla de los Dolores de Grado lo mejor de la vestimenta de antaño, aquella que portaban los asturianos del siglo XIX en los diferentes ámbitos de su vida, de un extremo a otro de la región, con sus múltiples y ricas variantes.

Sobre estas líneas, de izquierda a derecha, Jesús Manteca, Noelia Pérez, Francisco Javier Cuesta, María Teresa Rozada, Alicia Cañedo y Julián López, ganadores del concurso. A su lado, la edil Lorena Cabo, la directora de Memoria Democrática, Begoña Collado, el concejal Diego Nieto y Vanessa Fernández, de Caja Rural. A la izquierda, dos participantes en la pasarela moscona | Juan Plaza

Sobre estas líneas, de izquierda a derecha, Jesús Manteca, Noelia Pérez, Francisco Javier Cuesta, María Teresa Rozada, Alicia Cañedo y Julián López, ganadores del concurso. A su lado, la edil Lorena Cabo, la directora de Memoria Democrática, Begoña Collado, el concejal Diego Nieto y Vanessa Fernández, de Caja Rural. A la izquierda, dos participantes en la pasarela moscona | Juan Plaza

Por la capital moscona desfilaron todo tipo de creaciones, de hombre y de mujer, aunque en esta edición predominaron las fieles reproducciones de los trajes "de pudiente". Es decir, las vestimentas de aquellos que tenían más posibles a la hora de confeccionar sus ropas con telas de mejor calidad, con más profusión de abalorios y que, con frecuencia, se lucían los domingos o en eventos como fiestas y bodas.

Por la izquierda, detrás, Juan José Blanco, Elia Fernández, Montserrat Trabanco y Fonso Les Regueres. En primer término, Carla Blanco y Adrián Fernández con su pequeña, Lucía Fernández, en brazos. | Juan Plaza

Por la izquierda, detrás, Juan José Blanco, Elia Fernández, Montserrat Trabanco y Fonso Les Regueres. En primer término, Carla Blanco y Adrián Fernández con su pequeña, Lucía Fernández, en brazos. | Juan Plaza

Destacaron también los trajes vaqueiros portados por Almudena González y Daniel Fernández en su boda en la braña de Aristébano en 2011. Los dos lucieron con orgullo en la pasarela moscona, junto con la madre de ella, Clara Braña, de 78 años, que exhibió sus galas de invitada con una costosa camisa de lino de telar. Son los trajes íntegros de aquel día, elaborados expresamente para la boda. El de la novia, adornado con unos pendientes de su tatarabuela, de coral y oro traídos de las Américas, junto con un collar de coral con tres vueltas, recreación de un adorno de la abuela de su abuela que repartió entre sus hijas.

El Traxe’l País brilla en la pasarela de Grado

El Traxe’l País brilla en la pasarela de Grado

También hubo trajes de viuda, como el que lució la presentadora del evento, Raquel Vega, completamente de negro desde las medias hasta los pendientes y el pañuelo, porque "nada de lo que se veía podía ser de otro color". "Salvo el refajo, que como se enseñaba en la intimidad de la casa, podía ser de otros tonos", señaló.

El Traxe’l País brilla en la pasarela de Grado

El Traxe’l País brilla en la pasarela de Grado

Tatiana Lavilla lució otro singular traje de luto con montera, para significar que ella era la cabeza de familia, sin ningún pariente varón que se hiciera cargo de la casería. También en negro rotundo, y con un periodo de duración del duelo mucho más largo que en el caso de los varones, pues ellos tenían dispensa para mostrar más colores en la ropa.

Se enseñaron creaciones de terciopelo, de lana, de estameña, capas antiguas originales conservadas gracias a la pericia de sus dueños, mantillas, chalecos bordados, adornos de ringorrango, escapularios, chamarretas para el frío, madreñas de varios tipos (alguna herrada con clavos para no resbalar, teñidas de oscuro de forma natural) y coricias y escarpinos en los pies.

Los hombres, de montera o pañuelo, de garrote para "defenderse de los animales de cuatro y dos patas", bromeaba Berto Suárez, organizador y conductor del certamen de indumentaria. Y los más ricos, con reloj en el chaleco. Ellas, por su parte, lucieron camafeos con cintas pegadas al cuello, llamados sofocantes, y corales regalados por novios entregados. Un patrimonio amplio y extenso que, como señalaba Suárez ante la directora general de Memoria Democrática, Begoña Collado, "bien merece un museo de la indumentaria en Grado para que toda esta riqueza no se pierda y se pueda mostrar al mundo".

Para contribuir a ese objetivo ayer se entregaron los premios a los tres mejores, en categoría masculina y femenina, tras larga deliberación del jurado compuesto por Amadeo Benavente, Consuelo Ríu, Héctor Díez y Constantino Menéndez, creador de la marca "Madebykös".

Los ganadores fueron Francisco Javier Cuesta, con un traje de paño marrón y chaleco de terciopelo, reloj antiguo y zapatos, y María Teresa Rozada, con un mandil antiguo de Casa Palacios, de Pola de Lena, madreñas y refaxu de lana.

En segunda posición quedaron Julián López, de Grado, que lució un traje hecho por su madre y madreñas ferradas, con medias de lana y espaldar de ringorrango. Junto a él, Alicia Cañedo, también moscona, con un manteo de paño, dos refaxos y mandil plisado cosido por ella, como muchos vecinos que han pasado estos años por el taller de indumentaria impulsado por el Ayuntamiento.

El tercer premio fue para Jesús Manteca, quien desfiló con traje de terciopelo, botas de piel de becerro y palo. Noelia Pérez, por su parte, mostró una saya con cortapisa exterior, reforzada por si se gastaba con el uso diario, y con corales símbolo de amor, regalo de un enamorado.

En el desfile se mostraron, fuera de concurso, dos singularidades: una mantilla original del siglo XIX procedente de Viella (Siero) de luto riguroso, y un traje completo del mismo siglo, conservado en Perlora y con más de 150 años de antigüedad, con mantilla orlada de terciopelo de seda y saya colorada que bien se pudo usar en una boda. "Un milagro que se haya conservado", señalaba Berto Suárez. Y un placer para los ojos durante toda la mañana en Grado.

La indumentaria asturiana también se disfruta en familia

La indumentaria tradicional es cosa de familia. Y así lo demostró la heredera de una extensa saga de expertos vinculados al baile y la tradición. Lucía Fernández, de sólo seis meses de vida, fue la asistente más joven al desfile, en brazos de sus padres Carla Blanco y Adrián Fernández. Ambos bailan en el grupo La Xordia de Las Regueras, como también lo hacen los abuelos Fonso Les Regueres, Montse Trabanco, Juan José Blanco y Elia Fernández. Las tres generaciones acudieron vestidas de gala, y la chiquitina lo hizo con un traje de cristianar a imagen de los del siglo XIX. Elaborado íntegramente a mano por su abuela Montse, constaba de chambra y facha de algodón, babero de puntillas, faja de telar, un gorro interior de lino y otro exterior brocado, con cintas de seda de las que colgaban una cigua de madera de caoba y un par de sonajeros de plata antiguos, "para entretener a la bruxa si intentaba echar el mal de ojo". Héctor Díez, Alba Cascudo y sus hijos Alión y Nícer también acudieron en familia al certamen. "Llevan vistiéndose desde pequeñitos", explicaba la madre, para que la tradición siga viva por generaciones.

Los cortes, a la cintura: manual para el vestir  del perfecto aldeano

Los cortes, a la cintura: manual para el vestir del perfecto aldeano / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

Pasarela de telas, colores y posibles

Telas, colores, adornos, guiadas o garrotes, escarpines, madreñas, mandiles, camisas, bordados, distintos modos de anudar el pañuelo... Traxes del país hay de muchos tipos en Asturias y las propuestas y evoluciones no son ajenas a las modas o a las personalidades de aquellos que las lucieron en el siglo XIX. 

Algunas de las indumentarias de aldeanos que se han recreado en Grado estos años dan fe de una riqueza cultural extraordinaria. Esta es una pequeña muestra de esa "pasarela" que ha desfilado por la villa durante las últimas ediciones del Día’l Traxe’l País.

FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

La capa, pieza de poderío y fachenda / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

La capa, pieza de poderío y fachenda

La capa de paño costaba mucho dinero. Es una de las prendas que denota mayor capacidad económica. No todo el mundo disponía de una y era una pieza que se prestaba entre familiares o incluso entre casas si una no la tenía y debía acudir a una boda o un entierro, donde socialmente se esperaba que los hombres la llevaran.

Rafael Bernardo la luce en esta imagen con otros símbolos de ser pudiente, como la vestimenta completa de paño, chaleco brocado encarnado y hasta reloj de bolsillo con cadena. Se calza con zapatos, más caros que las madreñas o las albarcas.

El garrote era un elemento cuidado en la sociedad, de avellano, acebo u otros, en los que se enroscaban enredaderas que los estrangulaban y les daban su forma. Los hombres los utilizaban por más fachenda, es decir, por jactancia.

Mandil de lana filada de oveya xalda

Mandil de lana filada de oveya xalda / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

Mandil de lana filada de oveya xalda

María José Álvarez viste una saya teñida con tintes naturales, un mandil de lana filada a mano de oveja xalda en su color original, el del pelo del animal, un dengue con una pequeña cinta de adorno y una cotía o justillo (la parte que ciñe la cintura). Lleva un pañuelo de algodón, medias hechas en casa, madreñas ferradas y unos perendengues de plata y azabache, un diseño típico de la joyería asturiana, que la identifica.

El atuendo destaca por llevar varias telas naturales, artesanales, y además algunas prendas ofrecen información sobre los recursos de los que disponía quien las lucía. Lleva una tinción en la saya, "un valor añadido", porque va teñido frente a otro traje "que podía ser más corriente si era del color de la lana natural del que estuviera hecho", indica Berto Suárez.

Madreña somedana y escarpinos de sayal

Madreña somedana y escarpinos de sayal / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

Madreña somedana y escarpinos de sayal

Las madreñas de Xandru González son de tipo somedano, con un "tuquín" en la parte delantera y con una talla de la zona del Valle del Pigüeña. Se viste con una chaqueta hecha con tela de un telar manual, de color marrón natural que corresponde al de la lana de la oveja, botones de madera tallados por él, medias de lana hechas en casa, escarpinos de sayal (tejido muy basto de lana) y una faja negra.

La intensidad del color verde de la ropa es baja al proceder de tintes naturales, una característica de este tipo de prendas antiguas, teñidas a base de plantas o flores, pues los procesos químicos de tinción industriales no llegarían hasta finales del siglo XIX.

Este sería un caso de vestimenta que indica un estatus económico bajo, el de una gran parte de la población.

Una solitaria  y una medida

Una solitaria y una medida / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

Una solitaria y una medida

Las mujeres solían llevar casi todas camisa de lino natural, filada y hecha en casa. La luce en la imagen bajo estas líneas Elsa Suárez, en la que destaca además su solitaria, que es como se llama al dengue de lino con un volante. Esta prenda es igual a las de paño, pero más ligera y da mucho menos calor. En materia de indumentaria influye el clima, porque "no es igual estar cerca del mar que estar en el puerto de Somiedo".

Elsa luce tres tipos de estameña (tejido rústico) en la saya: parda, blanca y pinta. La cinta verde que se aprecia en la parte de la cabeza es una "medida" o "colonia", un adorno que era un regalo que hacían los mozos, un obsequio entre novios.

Mezcla de paños, ligas y guiada

Mezcla de paños, ligas y guiada / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

Mezcla de paños, ligas y guiada

Celestino Álvarez luce un atuendo que mezcla materiales de diferentes calidades: paño, en la parte inferior, pero también prendas de estameña parda natural (chaqueta) y de buriel (chaleco), de un acabado más basto. La combinación indica un estatus económico medio.

Lleva una camisa de lino, sin cuello, faja verde a la cintura y un calzón de paño negro. Enseña los calzoncillos de lino que lleva debajo, usa ligas, como todos, aunque no se vean en otros casos, y medias de lana. Entre otros complementos, porta una guiada: había que ir por los caminos, apoyarse en ella, también en la romería. Era una herramienta para caminar y de uso común en una sociedad en su mayor parte ganadera.

Puño bordado y nudo de lado

Puño bordado y nudo de lado / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

Puño bordado y nudo de lado

En las prendas de Rocío Fernández hay diversas peculiaridades geográficas, en concreto de zonas de Cangas del Narcea. Se trata de los puños de la camisa bordados en hilos rojos y azules. "No hay un traje de cada concejo", aclara Berto Suárez, pero sí una tipología que como en este caso se da en esta zona y no se ha documentado en otras.

El mandil plisado, el manteo (la prenda que cubre la parte inferior del cuerpo) o el nudo del pañuelo a un lado de la cabeza en vez de arriba son singularidades de esta vestimenta con dengue colorado con terciopelo negro. Collares con cuentas de coral y las colonias anudadas a ellos eran elementos "de elegancia".

La chamarreta, de bayeta verde

La chamarreta, de bayeta verde / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

La chamarreta, de bayeta verde

Las monteras pueden ser de diversos materiales, de sayal, estameña o paño y podían ir forradas de terciopelo. La chaqueta de Jesús Nel Villanueva es de paño y el chaleco pinto, porque van mezclados los dos colores de la lana de la oveja, blanco y pardo. Lleva una chamarreta verde, prenda usada para abrigarse más y que va debajo del chaleco.

El tono tan llamativo se debe al material empleado, bayeta, un tejido de lana que ya no se hacía en casa y venía de fuera, por ejemplo de Palencia. Solía ser de tonos pajizo, verde o colorado, aunque también había otros. Lleva medias pintas, como el chaleco, de lana blanca y negra.

Terciopelo de seda y xugón

Terciopelo de seda y xugón / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

Terciopelo de seda y xugón

Gema Martínez no va de luto porque el pañuelo que lleva es verde. En este caso, la vestimenta negra es símbolo de elegancia y los materiales en los que está confeccionada apuntan a un atuendo de una persona con posibles. En el dengue, de paño, como la saya, hay también terciopelo de seda. "No es que fuera un producto exclusivísimo, pero sí había que tener cierta capacidad económica", explica Berto Suárez.

Lleva un xugón, una "prenda de cubrir" que se colocaba encima de la camisa para abrigar más, y también unas cintas de terciopelo cerca del borde de las mangas. Como adorno se repiten unos perendengues de plata y azabache de Villaviciosa, si bien estos podían ser de más tipos, incluso de oro.

Medias azules y coricias

Medias azules y coricias / FOTOS propiedad del Concursu Indumentaria de Grau / Autor: Ojos de Hojalata.

Medias azules y coricias

El que lleva Inaciu Iglesias es atuendo de cierto estatus económico. Lo dice su chaleco de brocado y su ropa de paño con remontes o remontas, que son los adornos que se superponen añadiendo una segunda tela cosida al tejido base y van dibujando formas. Lo que en principio fue una técnica para disimular el desgaste de las prendas, fue después un signo de contar con posibles, sobre todo en Llanes.

Luce también medias azules y coricias: en vez de llevar el pie envuelto en una madreña lo lleva en una pieza de cuero. La faja morada también indica poderío: el color púrpura era una de las tinciones más costosas. De hecho, se trata del color utilizado, por ejemplo, por la jerarquía del clero.

Tracking Pixel Contents