Alicia García: "El “río de la calle” de Grado servía para lavar y hasta para pescar"

La arqueóloga presenta su estudio histórico sobre los molinos harineros de la villa moscona y su vinculación con el desarrollo urbano

La arqueóloga Alicia García, ayer, en la Casa de Cultura de Grado. | A. R.

La arqueóloga Alicia García, ayer, en la Casa de Cultura de Grado. | A. R.

Ángela Rodríguez

Ángela Rodríguez

Grado

El Ayuntamiento de Grado quería hacer un inventario municipal de molinos harineros y, automáticamente, apareció el nombre de la arqueóloga Alicia García como la experta idónea para la encomienda. Residente y prácticamente "adoptada" en Grado, García estudió durante meses estas icónicas instalaciones. Según el Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII, había 84 en funcionamiento en el territorio de Grado, según indicó ayer la arqueóloga durante una conferencia en la Casa de Cultura de Grado.

"La idea era imbricar estas estructuras, que aún se conserva en la villa, con el desarrollo urbano. Para ello, contactamos con los propietarios y la gente que hubiera conocido alguno de esos molinos durante su vida. Generalmente, gente mayor que me atendió de maravilla y me contó todo lo que recordaba, como cuántas muelas o habitaciones tenían", explicó García.

Los molinos estudiados, a los que la arqueóloga dedicará un artículo en el próximo número de la revista "Grado-Grau, villa y alfoz", son los de la villa. "Los que atraviesan Grado siguiendo el canal, al que se llamaba el “río de la calle”". Entre ellos están el Molino de la Cruz, el Molino Ruxío y el Molino de Arriba. "Son estructuras integradas, en la actualidad, en el espacio urbano y que conservan partes de aquel canal que abastecía de agua la zona", detalló.

"Según cuentan en Grado, en el siglo XX, ese canal servía también para lavar la ropa y hasta se iba a pescar…Se consideraba un río. Detrás del Rincón del Fufo, por ejemplo, se conserva un buen tramo", añade la experta.

También habló García del molino de San Pelayo, " el más antiguo documentado que, a ciencia cierta, ya funcionaba en el siglo XII". Y del especial molino de Veiga, en la Vega de Peñaflor, "una unidad económica compleja, que fue el primero que abasteció de electricidad a la villa de Grado".

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