Sonia Rubio: “Los trastornos de la conducta alimentaria no son una enfermedad voluntaria, responden a muchas causas”

“Antes de la pandemia, el perfil no era de 15 o 16 años sino de 30 o 40, pero se ha visto en los estudios suben los casos en adolescentes, especialmente mujeres”

La psicóloga Sonia Rubio durante su intervención, este miércoles, en el IES Ramón Areces de Grado

La psicóloga Sonia Rubio durante su intervención, este miércoles, en el IES Ramón Areces de Grado / R. Á. R.

Ángela Rodríguez

Ángela Rodríguez

A Sonia Rubio, por fortuna, le apasiona su trabajo. Es licenciada en Psicología y, desde hace varias décadas, trabaja con la Asociación Contra la Bulimia y la Anorexia Nerviosa (Acbaner), el único colectivo del ámbito en Asturias. Este miércoles, en el IES Ramón Areces de Grado, abordó con los adolescentes moscones la imagen que tienen de sí mismos, a veces desvirtuada por la presión social y los estándares y estereotipos que llegan, con especial incidencia, a través de las redes sociales. Solo entre marzo de 2019 y marzo de 2021, los casos de trastornos de conducta alimentaria (TCA) crecieron en torno a un 40%, y los diagnósticos relacionados con trastornos mentales en los servicios de Urgencias Pediátricas se incrementaron un 10%, según datos de la Sociedad Española de Urgencias en Pediatría (SEUP).

-Llega a Grado, un lugar al que usted tiene especial cariño.

- La verdad es que recibimos ofertas diarias y no podemos ir a todos sitios. Pero para mí Grado era especial, porque aquí nació el proyecto Rober contra el Cáncer, al que me sumé. Cuando Nicolás de las Heras, farmacéutico aquí en Grado, hizo el reto del Camino Primitivo, algunos llegamos desde Oviedo corriendo y, en Grado, fue increíble como nos recibieron, toda la gente en la plaza… Fue muy emocionante. Además, el Ayuntamiento de Grado, en verdad, siempre es uno de las que más se ha volcado para ayudarnos. 

-Los trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) ¿se parecen a alguna otra enfermedad? ¿Tiene patrones, por ejemplo, de adicción?

-Si, se parece mucho, en muchos casos, a una adición. Y, además, como siempre digo son una enfermedad familiar, trabajamos con pacientes pero también con familias. Es, además, una enfermedad de muy larga duración y, de hecho, es muy importante que haya un apoyo familiar para salir. Muchas veces hay una visión muy pesimista, de que son enfermedades crónicas, que no tienen curación. Sí que se curan, pero es muy importante el apoyo profesional, de endocrinos, ginecólogos, psicólogos, nutricionistas, psiquiatras… Pero también es básico que haya un buen sustento familiar. Es casi imprescindible su apoyo. 

-Los prejuicios abundan en cuestión de estos trastornos.. 

-Hay varias ideas muy equivocadas sobre los trastornos de la conducta alimentaria. Una es esa, pensar que es algo crónico. De hecho, vienen muchas familias con TCA, con la idea de que quién tiene ese problema lo va a tener siempre. Y, para nada, los porcentajes de curación son altos, aunque es cierto que es un proceso muy largo. Porque hay muchas personas con casos larvados, que se les pone la etiqueta de crónicos porque llevan quizá veinte años con este problema, pero nunca siguieron correctamente un tratamiento completo. También hay muchos casos de negación de la enfermedad y, por tanto, también negación del tratamiento. 

-¿Qué más comentarios no ayudan?

-Muchas veces se considera que no son personas verdaderamente enfermas, que ha sido una decisión propia. Que la tienen por un motivo superficial, porque quieren estar delgadas, por cuestiones estéticas o tener más éxito con el sexo opuesto… Muchas veces les da vergüenza acudir a la asociación… He oído cientos de veces “es que hay gente que lo necesitan más” o que tienen más derecho a recibir ayuda profesional. Llegan muchas veces con ese sentimiento de culpa y para nada es así. Esta es una enfermedad fruto de consecuencias personales, sociales y del sistema en que vivimos. Muchas veces los casos llegan avanzados porque no se actuó de forma precoz, porque hay mucho desconocimiento en el sistema sanitario…Para nada es una enfermedad, tal y como socialmente se ve, voluntaria o de personas superficiales. 

-Difícil gestionar esa “culpa”...

-No tenemos prohibiciones, pero esa palabra está casi prohibida. Siempre digo que sí se es responsable, porque hay que asumir el tratamiento, pero nunca culpables. Las familias llegan también con mucha culpabilidad… Otra de las ideas que son equivocadas y que hace mucho daño es asociar los trastornos de la conducta alimentaria con personas solamente con un peso muy bajo. Hay muchos trastornos, de hecho, que no están asociados a peso bajo, como la bulimia o con comer compulsivo pueden tener un peso normal o incluso alto. Ahí también hay mucha vergüenza. Incluso, a veces, cuesta identificarlo en el sistema sanitario. 

Alumnado del IES Ramón Areces de Grado, este miércoles, durante la charla de Sonia Rubio

Alumnado del IES Ramón Areces de Grado, este miércoles, durante la charla de Sonia Rubio / R. Á. R.

-El peso no es el mejor indicador, dadas las distorsiones cognitivas que se dan…

-Exacto, el TCA es la punta del iceberg. Debajo, hay muchos factores que están influyendo como la baja autoestima, la presión social, el perfeccionismo… Todo eso que hay debajo es común a todos los trastornos de la conducta alimentaria. De hecho,  nosotros hacemos terapia conjunta. En los grupos hay personas tanto con anorexia, bulimia como con comer compulsivo. Son problemas diferentes, pero el trasfondo es el mismo. Muchas veces, de hecho, las personas pasan por diferentes fases. Hay gente que llega, quizá, con anorexia y luego pasa etapas de bulimia y de peso alto. Es el mismo problema, la raíz es la misma: la forma de afrontar la vida, no tienen otra forma de afrontarlo. 

- No todo gira en torno a la comida…

-Para nada. Los TCA son un problema de comida pero no solo de eso. A veces hablamos de comida pero, muchas veces, como en estos talleres que doy, no se habla de comida, sino de todo lo que hay por debajo del iceberg. Entrar hablando de comida es contraproducente. No soy dietista, soy psicóloga. Por eso, en institutos como este hablamos de autoestima, de empatía, asertividad, de la imagen que tiene uno de uno mismo, de acoso escolar… Hay una presión social importante y es una etapa de mucha vulnerabilidad. 

-¿Sigue siendo la gente joven el perfil principal de personas enfermas de TCA?

-Hay esa idea de que es gente joven pero, llevo más de 25 años en la asociación, y siempre ha habido personas de edad más avanzada, aunque no se visibiliza tanto. Si que es cierto, y es curioso, que durante el confinamiento volvió a bajar la edad de los casos que nos llegaban. Antes de la pandemia, el perfil no era de gente de 15 o 16 años sino de 30 o 40, pero se ha visto en los estudios que han aumentado los casos en adolescentes, especialmente afecta a las mujeres, e incluso en preadolescentes, como las de 11 años. En Asturias lo hemos notado mucho.  

-¿Qué hay del sistema sanitario y los siempre presentes fármacos?

-En el sistema sanitario, los profesionales hacen lo que pueden, pero los recursos para salud mental son insuficientes. De hecho, en el nuevo hospital de Cabueñes, sobre la marcha decidieron que iban a incluir espacios para la salud mental porque está quedando muy escaso. Especialmente, hay muy pocos recursos para jóvenes y adolescentes. Porque hay que darles un trato individualizado, no se puede juntar una persona de 10 años con otra de 50 años. Sobre los fármacos.. a veces ayudan, apoyan, pero nunca son la solución del problema. No hay ningún fármaco que cure los TCA, esta es una enfermedad donde hay mucho trabajo de cambiar de hábitos y trabajo a nivel psicológico. 

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