Carta de amor a un sofá: la original declaración que ha ganado el certamen literario de Grado
La moscona Paula Carballeira Álvarez, vencedora del concurso de la Asociación Cultural Valentín Andrés y El Foro de Creación y Lectura de la biblioteca municipal

Por la izquierda, María del Canto García Abadía, Óscar Luis Fernández García y Consuelo Bernardo Fernández, miembros del jurado. / A.V. A.

Paula Carballeira Álvarez, de Grado, es la ganadora del XIX Certamen de Cartas de Amor "San Valentín", organizado por la Asociación Cultural Valentín Andrés y El Foro de Creación y Lectura de la Biblioteca Valentín Andrés. El título de la obra es "El guardián de los recuerdos" y se trata de un original texto que se dirige a un sofá de una casa familiar que ha visto pasar la vida de varias generaciones y al que agradece que siempre haya sido refugio, lugar acogedor, de "brazos abiertos" para recibir con calidez, "rincón donde el mundo puede pausarse".
El jurado, que se reunió este viernes, día San Valentín, en la Casa de Cultura de Grado, estuvo compuesto por Óscar Luis Fernández García, Chelo Bernardo Fernández y María del Canto García Abadía. Al certamen se presentaron 127 cartas.
La carta ganadora, que se firmó con pseudónimo "Pinocho", se reproduce a continuación:
"Querido y eterno sofá,
Hoy me siento a escribirte estas palabras, no por costumbre ni por simple capricho, sino por un impulso sincero de mi corazón. Porque tú, que siempre has estado ahí, mereces ser reconocido, amado y celebrado. Eres más que un objeto, más que un simple mueble en la casa de mi abuelo; eres un testigo silencioso de nuestras vidas, un refugio de recueTdos y un guardián de secretos.
Desde que tengo memoria, has ocupado un rincón privilegiado en la sala, con esa presencia imponente pero cálida, con tus brazos abiertos siempre listos para acoger a quien necesitara descanso, compañía o consuelo. Tu tapizado ha cambiado con los años, tu estructura ha resistido el peso de generaciones, y sin embargo, tu esencia ha permanecido inalterable. Sigues siendo ese rincón seguro donde el mundo parece pausarse, donde el tiempo se vuelve un concepto difuso y donde todo encuentra su cauce.
Cuántas veces me has recibido en tus mullidos brazos después de un largo día de juegos en el jardín, con las rodillas raspadas y las manos sucias, ofreciéndome un remanso de tranquilidad. Cuántas tardes de lluvia hemos compartido, con el sonido de las gotas golpeando las ventanas mientras yo me acurrucaba entre tus cojines, con un libro entre las manos y la sensación de que ningún lugar en el mundo podría ser más acogedor que tú.
Eras el trono de mi abuelo, el lugar donde él se sentaba con su café en las mañanas y con su periódico en las tardes. Lo recuerdo perfectamente: su postura, la manera en que su mano descansaba sobre el reposabrazos, el ciujir de la tela cuando se acomodaba para leer en silencio. Allí escuché sus historias, aprendí de su sabiduría y me deleité con sus risas. Y cuando el cansancio lo vencía, lo veía dormitar sobre ti, su cabeza inclinada ligeramente y su respiración pausada, en una escena de calma absoluta.
Fuiste testigo de reuniones familiares, de conversaciones trascendentales y de risas incontenibles. Sobre ti nos hemos sentado a contar historias, a compartir confidencias, a llorar cuando el alma lo pedía y a reír cuando la felicidad nos desbordaba. En ti, mi infancia quedó grabada, mi adolescencia encontró refugio y mi adultez aún busca consuelo.
Sé que el tiempo ha dejado su huella en ti. Tus costuras están algo deshilachadas, tu relleno ha cedido en algunas partes y tus colores ya no brillan con la misma intensidad de antaño. Pero para mí, sigues siendo perfecto, porque cada una de esas marcas es testimonio de una vida bien vivida, de incontables momentos compartidos y de una historia que sigue latiendo en cada rincón de tu estructura.
Hoy quiero agradecerte por todo lo que has significado para mí, por todo lo que has representado en la vida de mi familia. No eres solo un sofá. Eres un confidente, un cómplice y un eterno guardián de memorias. Y aunque el tiempo siga su curso y las cosas cambien, siempre ocuparás un lugar en mi corazón. Porque hay amores que no necesitan latidos para ser verdaderos. Y el mío por ti, es uno de ellos.
Con todo mi cariño y gratitud,
Tu eterna admiradora"
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