Boda "ministerial" en Asturias: el enlace de María y Manuel en el espectacular palacio de Agüera

Los contrayentes, funcionarios que trabajan en Madrid, donde se conocieron, celebraron la fiesta con 140 invitados en Grado

Paula Tamargo

Paula Tamargo

Agüera (Grado)

Boda de ensueño este sábado en Agüera con un día de cielo azul que contribuyó a hacer aún más espectacular la celebración y el marco que la acogió, el hermosísimo palacio de esta localidad moscona, que conserva la autenicidad de las grandes edificaciones nobiliarias rurales y está rodeado de un paisaje increíble. Los contrayentes, María Fernández Torre y Manuel Patiño Portillo, asturiana de Oviedo ella y de Guadalajara él, viven en Madrid y se conocieron allí, en el trabajo, pues ambos son funcionarios en ministerios.

Eligieron el palacio de Agüera para el banquete, con 140 invitados, presentes también en el cóctel previo, en los jardines, un "espectáculo de verdes", como destacaron algunos de los asistentes, muchos de Madrid y de Guadalajara, a los que impresionó el paisaje en el que se enclava esta edificación de piedra y madera, del siglo XVIII, y con un gran patio interior con galería que lo rodea.

Los novios querían una lugar "muy asturiano" para la celebración y descubrieron el palacio de Agüera, que superó todas sus expectativas. Lo habían visto en redes sociales, con "muy buenos comentarios", pero al conocerlo se enamoraron del enclave, del edificio y les encantó Mar López-Santacruz, responsable de la gestión de este espacio especializado en celebraciones y banquetes. "Cuando lo vimos, dijimos: esto. Porque es súper auténtico, con el verde de Asturias y además Mar es una maravilla", destacaban este sábado los contrayentes.

Felices, rodeados de sus familias y amigos, no faltó detalle en el evento, que sirvió Casa Zoilo de manera impecable. Los novios, ya marido y mujer, brindaron con sidra a su llegada al palacio y hubo mil y un detalles preparados con mimo para los invitados. Un cuarteto de música clásica amenizó el cóctel y el panel con las mesas en las que debía acomodarse cada comensal fue un original árbol de botellas de sidra.

En la preparación del comedor destacó el buen gusto, la calidez cromática en los tonos de las mesas y la decoración floral de estilo campestre que llamó la atención por su cuidada elaboración. La novia lució un ramo de peonías blancas con una cinta bordada con flores hecha por su suegra para un día sin duda inolvidable y que dejó cientos de imágenes para el recuerdo.

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