Eduardo Blanco, fotógrafo: "Me apasiona descubrir en cada arruga de la piel la aventura de una vida, el reflejo de momentos que marcan"
El retratista expone en la Casa de Cultura de Grado hasta finales de junio con una muestra compuesta por una selección de doce obras

Eduardo Blanco, entre dos de los retratos de su exposición actual en Grado. / P. T.

"¿Por qué el retrato?" es el título de la exposición de Eduardo Blanco que puede verse en la Casa de Cultura de Grado. La pregunta que da nombre a la muestra la responde el propio autor con un pequeño texto a la entrada de la sala: "Me apasiona acercarme al ser humano y descubrir cada gesto, en cada arruga de la piel, la aventura de su vida: sus alegrías o tristezas, reflejos de momentos que han marcado su carácter".
La muestra de este magnífico retratista, disponible hasta finales de junio, está compuesta por doce fotografías. "No son muchas, una docena, para que la gente fije la mirada y se detenga ante ellas, es mejor que sean pocas", explica Blanco, que acompaña en la visita y va explicando cómo hizo cada una y el porqué de la elección de los protagonistas.
En todos ellos hay algo que le llamó la atención, "a veces simplemente una mirada", indica, aunque cada uno tiene su historia o solo la del mismo momento en que disparó con la cámara porque sucedió algo que le produjo el impulso de hacer el retrato.
"Hay personas conocidas, que tienen un currículum público importante, y otras que son gente que encontré en la calle, que me daban una imagen tan potente que quise contar con ellos", señala quien ya ha perdido la cuenta de cuántos retratos ha hecho, aunque con probabilidad son más de doscientos. En la práctica totalidad de ellos se aprecian las características que distinguen a su autor: el protagonismo de la mirada, tomadas de frente y con lo que se denomina "scotch light", un reflejo de luz en los ojos que hace que estos resalten.
"Me interesa conseguir que la mirada me hable un poco esa persona, de las tristezas, de las alegrías... A veces mis fotos no gustan, porque yo ya lo advierto, no quito las arrugas. Las arrugas son parte de lo que explico a la entrada de la exposición, de las tristezas, las alegrías, son parte de la persona. Para mí, en vez de restar, eso suma. Pero bueno, hay gente a la que no gusta el realismo", comenta.
Es desde su jubilación, hace algo más de una década, cuando comenzó a dedicarse fundamentalmente al retrato. "Y digo fundamentalmente porque también he hecho otras cosas", precisa, entre ellas una muestra dedicada a Amsterdan y otra a Jerusalén, ambas en Grado. Con todo, su pasión por la fotografía nació mucho antes, siendo apenas un niño en la villa moscona, cuando un vecino le regaló su primera cámara.
"Tendría como 10 años y un vecino, que estaba estudiando lo que entonces se llamaba peritaje, me llamó y me dijo que tenía una cosa para mí. Y era una cámara fotográfica muy simple. Me explicó cómo funcionaba, los rudimentos. Pero fue, digamos, la lección magistral más grande de fotografía, porque me habló de la relación con la vista humana, el diafragma, el iris.... Y con aquella cámara empecé a hacer fotos. Primero con los amigos, cuando éramos niños, jugábamos juntos y yo hacía fotos. Y luego ya compré una cámara un poquitín más potente y empecé, cuando me casé, a hacer fotos a los hijos. Tengo cinco, y fue cuando me jubilé, a los 61 años, por contrato relevo, cuando ellos me regalaron una cámara. Y ahí empecé a dedicar todo el tiempo que no había dedicado a la fotografía, a estudiar... En eso todavía sigo", señala.
Es autodidacta "si se puede decir así, porque nadie aprende solo". Se va "leyendo, estudiando, hay cantidad de tutoriales...". "Pero además de eso, charlas con otros fotógrafos y hay que mirar mucho", explica. Por ejemplo lo que hacen fotógrafos que le "apasionan", como Irving Penn o Helmut Newton, Peter Lindbergh, Denis Rouvre o Sebastião Salgado, que falleció hace poco.
Calidad, personajes conocidos y anónimos
Aunque el nivel de su trabajo invita a sacar esa conclusión, su vida laboral no ha sido la fotografía. "No soy un profesional en el sentido de que lo utilice como profesión. Pero la profesionalidad, en este caso, la entiendo como calidad. E intento que las fotos sean de la mayor calidad posible. Mi dedicación tiene por objetivo conseguir la calidad, sobre todo", incide.
Ha retratado a personas conocidas como Paco Clavel, Carlos Chamarro, Amado González Hevia, «Favila», Fernando Beltrán u otros, y también a gente anónima, pero ningún trabajo es más especial que los demás.
"Son como los hijos. Todos iguales. Los trabajos para mí son todos importantes. Y son para las personas para las que las hago. A Fernando Beltrán le hice unas fotos y me preguntó si podía usarlas para cosas relacionadas con su actividad literaria. Le dije que cuando hago una foto y se la doy a la persona, es para ella, para que haga lo que quiera. Son, digamos, autoría mía, pero de la persona a la que se las entrego", comenta.
Dedos de pintura, rostro sin gafas y uno a color
Con Paco Clavel tiene una anécota: sale siempre con sus características gafas y, después de mucho insistir, logró que se las quitara. No está seguro de si es o no la única foto en la que sale sin ellas, pero pocas habrá si es que hay más.
En la muestra de Grado hay varias curiosidades. Entre ellas, una en el retrato del pintor Favila. "Hay un detalle, si el espectador se fija, las manchas de pintura en los dedos. Estaba pintando y lo cogí en ese momento, ni se lavó las manos porque para mí fue muy interesante que, de alguna manera, reflejara la profesión a la que se dedica", explica Eduardo Blanco.
Otra más: el único retrato de la muestra de la Casa de Cultura moscona que no es en blanco y negro y tampoco mira de frente es el de un quesero de afuega'l pitu, Xel Díaz, de Ca Sancho. Merecía reflejar el color de su larga melena pelirroja y un físico con el que bien podría ser el protagonista de una película de "vikingos".
La imagen de Xel, como todas las que componen esta exposición de Grado, llega al fondo que pretende Eduardo Blanco cuando las toma, intentando, en palabras del autor, "penetrar a través de su mirada en la parte más insondable de sus almas, de modo que me ayuden a comprenderme, desde la invisibilidad de mi ocultación tras la cámara fotográfica"
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