Una multitud comparte mesa en la comida en la calle de Grado: "Es una fiesta preciosa"

Más de tres mil personas toman el centro de la villa para participar en la popular cita en grupos de familiares y amigos

Luján Palacios

Luján Palacios

Grado

"Es una fiesta preciosa, nunca nos la perdemos porque somos de aquí, aunque ya hace años que vivimos en Galicia". José Tamargo y su mujer, Soqui Cipriano, lo tienen claro: la comida en la calle de Grado, organizada por la Hermandad de Santiago y Santa Ana, es una cita obligatoria, por lejos que se esté y haga el tiempo que haga, aunque por ahora "parece que siempre nos respeta". Ellos, sentados en plena calle Manuel Pedregal, fueron parte de los más de tres mil comensales que este sábado se lanzaron al centro de la capital moscona pertrechados con empanadas, -"la nuestra medio gallega, medio asturiana", bromeaban-, tortillas, bollinas y hasta frixuelos. Un festín para compartir con la familia, un total de 18 personas entre tíos y sobrinos, algunos llegados desde el pueblo de Somines, "en la carretera a Trubia".

Los amigos de la Báscula del Ferreiro, de hippies, en el centro de Grado. | L. P.

Los amigos de la Báscula del Ferreiro, de hippies, en el centro de Grado. | L. P.

Nadie quiso faltar a un encuentro en el que, además de comer bien, se charla y se pasa tiempo juntos sin prisa. "Es lo que más presta", sentenciaba en la misma mesa Josefina Fernández, que había trabajado lo suyo en la cocina para que los sobrinos se fueran contentos. Eso sí, "no hasta muy tarde, porque tenemos unos perrinos en casa y tenemos que retirar temprano para sacarlos un poco", indicaba Tamargo, encantado con el ambiente.

La pandilla de Alexander Fernández. | L. P.

La pandilla de Alexander Fernández. | L. P.

Caminar entre las mesas se fue haciendo más dificultoso a medida que avanzaba la jornada, con pilas de túpers, bandejas, cestos de mimbre y neveras portátiles. Algunos, más rezagados, optaron por la opción segura, la de comprar las bandejas de embutidos en los negocios locales sobre la marcha. Otros contrataron directamente el menú en los locales hosteleros del centro.

Hubo quienes sumaron a su abultado equipaje festivo hasta el equipo de música, con grandes altavoces para pinchar y alegrar la sesión durante toda la jornada, aunque algunos bares también contrataron música en sus calles. Los integrantes de la asociación cultural Báscula del Ferreiro, de Grado, fueron los más animados de la capital moscona. "Los únicos con equipo propio", aseguraban, colocando platos y viandas sobre la mesa, convenientemente techada por carpas por lo que pudiera pasar.

Además de ser lo más fiesteros, también fueron de los más numerosos, con cerca de una treintena de personas citadas a la comida. Son de los que no se la pierden "por nada" , porque es un encuentro que "garantiza que estamos todos, no hay excusas". Y en el que lo dan todo para que el día sea un derroche de buen humor. "El año pasado ya vinimos todos con chalecos azules de Asturias, pero este año decidimos ir un paso más allá y pensamos que sería divertido venir todos vestidos de hippies", explicaba Pili Díaz, con su pequeña, Pilar Fernández, en brazos.

Así que en esta ocasión acudieron con camisas de flores, pantalones de campana y más de una peluca sesentera para dar bien la nota y para "ir metiendo a los más jóvenes, que hay que garantizar el relevo", aseguraba otra integrante de la pandilla, Lucía González.

En la plaza Álvaro González se asentó el grupo de Carmina Rodríguez, Bea Fernández, Cielo Costa, Lidia Suárez y Yolanda Díaz, en una mesa de veinte en la que "no vamos a dejar nada, somos de buen diente y nos encanta el picoteo", afirmaban, mientras los hombres de la casa estaban "en la barra del bar, haciendo tiempo".

Los más jóvenes tuvieron su espacio en la calle Eduardo Sierra, con largas mesas de chavales como "Alexander Fernández y sus amigos, así nos llaman", indicaban entre risas mientras agradecían a las madres "que nos hayan cocinado las tortillas".

Un derroche festivo hasta el atardecer con el que se abre el verano en Grado, a la espera de la llegada de las fiestas de Santiago y Santa Ana en apenas tres semanas.

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