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El sarcófago de Santo Dolfo, en Grado, un tesoro en busca de protección: "Es una pieza muy singular que merece ser Bien de Interés Cultural"

Isabel Ruiz de la Peña y Miguel Calleja presentan en la capital moscona un libro sobre el obispo enterrado en la iglesia de La Mata, ejemplo único del románico funerario en Asturias

Por la izquierda, Miguel Calleja, José Manuel Arias, Isabel Ruiz de la Peña y el edil de Cultura de Grado, Diego García

Por la izquierda, Miguel Calleja, José Manuel Arias, Isabel Ruiz de la Peña y el edil de Cultura de Grado, Diego García / Luján Palacios

Luján Palacios

Luján Palacios

Grado

Cuenta la leyenda que allá por el siglo X, el obispo Santo Dolfo, tras haber sido sometido a una ordalía en la plaza de la catedral de Oviedo en pago a sus pecados por el rey Bermudo, acabó falleciendo en la iglesia de La Mata, en Grado, de vuelta a su obispado de Iria Flavia. Sus acompañantes le hicieron un sepulcro y, como relata la tradición, no fueron capaces de mover el sarcófago de lo mucho que pesaba para proceder a trasladarlo a su tierra natal. Una señal divina de que tenía que enterrarse allí mismo, en La Mata,y allí sigue.

Este relato casi fantástico ha dado pie a una tradición de muchos siglos que llega hasta nuestros días, y que independientemente de su cuota de realidad, ha convertido al sarcófago del obispo Santo Dolfo en lugar de culto y objeto a proteger. La capital moscona acogió este lunes la presentación del libro "El obispo santo Dolfo y la iglesia románica de La Mata de Grado: piedra, leyenda y pergamino", un volumen a cargo de los historiadores Isabel Ruiz de la Peña y Miguel Calleja en el que se recupera la historia del templo y su sepulcro, precisamente para "ponerlo de relieve y darlo más a conocer, porque se trata de una pieza muy singular que debería contar con una protección especial por parte de las administraciones públicas, y no sólo depender de la buena voluntad de los vecinos", señaló Ruiz de la Peña.

En este sentido, destacó cómo "se trata de una de las pocas piezas del funerario románico en Asturias", que bien podría estar custodiada en el Museo Arqueológico, aunque la voluntad de los vecinos es la de seguir conservando el sarcófago en su ubicación original, donde ha permanecido a lo largo de los siglos. Y por ello "estamos esperando que se incie el expediente de declaración del sepulcro como Bien de Interés Cultural", recordó.

El sarcófago, en una imagen de archivo

El sarcófago, en una imagen de archivo / ANA PAZ PAREDES

Miguel Calleja resaltó por su parte cómo la figura de Santo Dolfo lleva dando que hablar desde una época temprana", y de hecho ya existen crónicas regias del siglo XII en las que se relataba el enfrentamiento entre el rey Bermudo y un obispo de Iria Flavia que enfermó en el camino de vuelta a Compostela, falleció y se quedó en Santa Eulalia de La Mata. El enterramiento se fue convirtiendo con el paso de los años en un lugar de culto local, y "en el siglo XVII hay un gran escándalo porque se intentó abrir el sarcófago, lo que demuestra el interés por un sepulcro que de hecho acabó siendo un centro de culto", apuntó Calleja. A principios del siglo XX, cuando Álvaro Fernández de Miranda publica "Grado y su concejo" "se recoge el recuerdo de aquel culto, cuando se se ponían velas al santo y los vecinos lo visitaban. Era un lugar importante", destacó el historiador, por el que "no se ha perdido el interés sino todo lo contrario.

Ellos mismos publicaron un artículo hace 25 años sobre este singular sarcófago, y ha sido el empeño de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago, que preside José Manuel Arias, el que ha hecho que se recupere dicho trabajo en este nuevo libro. "Mucha gente lo conoce y desea que se conserve; la parte primitiva del templo acabó derrumbándose y fueron los vecinos los que pusieron a salvo la pieza en el interior de la iglesia", apuntó Miguel Calleja.

Por eso ahora confían en que "haya una figura de protección", para que el santo siga reposando en su tumba para la posteridad en buenas condiciones. En un enclave del que lleva siglos sin moverse, para orgullo de los vecinos de La Mata.

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