Premios Empresa del Año Banco Sabadell

Premios
Empresa del Año
Banco Sabadell

Luis Rodríguez-Ovejero, Presidente del grupo SATEC, premio Banco Sabadell Empresario del año

Texto: Tino Pertierra

"Trato de sonreír a la contrariedad y huir del sentido de la tragedia"

"La edad hoy no es tan limitativa como lo era en el pasado y, sin embargo, se producen jubilaciones masivas a edades escandalosamente tempranas, un verdadero despropósito"

Luis Rodríguez-Ovejero, con sus nietas Elsa, de 9 anos, y Casilda, de 6, y su nieto Manolete, de 2, en el Museo del Ferrocarril de Madrid. / LNE
Luis Rodríguez-Ovejero, con sus nietas Elsa, de 9 anos, y Casilda, de 6, y su nieto Manolete, de 2, en el Museo del Ferrocarril de Madrid. / LNE

Luis Rodríguez-Ovejero, presidente del grupo SATEC, nació en Oviedo en 1951. Ese es el dato biográfico puro y duro. Ahora, vayamos a lo que late detrás.

or lo que me cuentan, era un niño pacífico y disciplinado y daba poca guerra. La voz cantante la llevaba nuestra hermana Pilar, la mayor y la más espabilada de los tres. Durante el curso llevábamos vida ordenada en Oviedo, tutela materna pendiente de todo y, en verano disfrutábamos tres meses en Boñar, en casa de los abuelos, una vida libre. Recuerdo una ocasión en que, enredando de incógnito en el desván, descubrimos, en un baúl, una granada de mano de la guerra. Se lo contamos a la abuela, que nos organizó una buena y llamó a la Guardia Civil para que la recogieran. Pensamos que nos iban a llevar presos…

Recordemos...

El olor del mar cuando, los domingos, íbamos de playa con el grupo de amigos de mis padres. También la comida de la excursión, que impregnaba nuestro cuatro-cuatro, sándwiches calientes rebozados que preparaba mi madre. Recuerdo cuando mi padre, allá a final de los 50, nos trajo de Estados Unidos, adonde había ido becado por la FAO, unas pistolas ametralladoras que lucían y hacían ruido. Pero nuestro juguete favorito era el mecano y, después, el Scalextric, el sueño de todo niño de entonces.

¿Qué respondía cuando le preguntaban qué quería ser de mayor?

Siempre quise ser ingeniero de caminos, influido por los amigos de mis padres, y ver las obras públicas de entonces. También por el reto, era la carrera más difícil, y una profesión, entonces, de gran visibilidad y prestigio. Mi padre nos animaba a mi hermano Juan Carlos y a mí a ser ingenieros, y también los Jesuitas. Muchos de los buenos estudiantes de nuestra generación y nuestros amigos cercanos estudiamos ingeniería.

Su padre era el veterinario del Ayuntamiento de Oviedo...

Era una persona fascinante que transmitía ilusión y alegría. Fue un espíritu inquieto lleno de creatividad. Viajó al extranjero, cuando casi nadie lo hacía, y de Italia volvió con la idea de crear una central lechera en Asturias que, tras años de predicar, logró que cristalizase su amigo del alma leones Jesús. En vacaciones, a veces, le acompañábamos en su labor clínica por las quintanas de Asturias. Entonces, la ganadería era parte vital de la subsistencia de las familias. Recuerdo el trato que nos daban en las aldeas y la importancia y reconocimiento que le transmitían. Para nosotros, un orgullo, como lo era saber que cuidaba de «Perico», que duro poco, y de «Petra», los osos del Campo San Francisco.

¿Qué valores le transmitieron?

Nos enseñaron, con el ejemplo, honestidad, espíritu de sacrificio y perseverancia. También respeto a los demás, generosidad y gratitud.

¿Cómo era de estudiante?

Nunca el primero ni el segundo de la clase, pero ahí andaba. Fui a los Jesuitas en la primera promoción del nuevo Colegio San Ignacio de Oviedo. Era aquella una enseñanza exigente, con buenos profesores, mayoritariamente seglares y uno de los primeros colegios donde el Inglés era la lengua extranjera. En la Escuela de Caminos de Santander el cambio fue radical y de enorme exigencia. Trabajé duro, pero tuve que repetir algún año. Tras terminar, continué estudios en mi afán de ser universitario, hasta lograr el doctorado. Fueron años en los Estados Unidos, becado por la comisión Fulbright y, posteriormente, en Inglaterra, donde combiné la Universidad con el trabajo en ingeniería e I+D.

Conoció al escritor Juan Benet...

Le conocí en mi infancia cuando construía la presa del Porma. Amigo de mis tíos de Boñar y personalidad fascinante y arrolladora que, luego, descubrí que era una leyenda viviente de nuestra profesión. Leí algo de su obra, lo posible, que he vuelto a releer con fascinación: Región, los bosques y montañas de mi infancia, la geología, la impronta de la Guerra Civil… Tuve ocasión de escucharle como conferenciante, leer sus artículos de prensa y le traté, brevemente, en Londres en uno de sus viajes. Benet, además de escritor, era un hidráulico brillante, contratista heterodoxo y dialéctico genético con enorme crédito intelectual.

¿Conserva las viejas amistades?

Mis mejores amigos son los de siempre, casi todos de nuestra infancia en Oviedo que hemos mantenido contacto toda la vida. Una gran fortuna esa cercanía y complicidad que nos hace felices cada vez que nos encontramos. Nos hemos influido, enormemente, los unos a los otros, un referente insustituible.

¿Cómo surge el flechazo con San Martín de Laspra (Castrillón)?

En San Martín construí mi casa, cerca de Salinas, donde veraneaba mi familia desde la anterior generación. San Martín combina aldea con playa en un entorno rural y tranquilo pero cercano al veraneo más convencional Salinas. A San Martín voy a menudo, también en invierno, disfruto del entorno y el silencio en una aldea cordial y cercana donde todos nos encontramos muy a gusto.

Si volviera a tener 20 años, ¿haría lo mismo?

Seguramente no porque las circunstancias serían muy distintas. Aplicaría, eso sí, los mismos principios y disposición de ánimo. Si uno mira atrás siempre visualiza oportunidades que podría haber abordado, y valora, sobre todo, los errores cometidos. El valor de ambas cosas ha de estar en la disposición de mejorar el futuro.

¿Cuál es el mejor consejo que le han dado en su vida?

Más que consejos, a mí me han enriquecido los ejemplos de las personas que, por fortuna, han sido muchas. Siempre hay que escuchar, y todo ser humano tiene algo interesante que transmitir. Esto, a menudo, va en contradicción con los propios egos, y lo que crece el ego, limita la sabiduría.

¿Retener el talento asturiano que debe irse fuera es una batalla perdida?

El talento emigra porque carece de oportunidades en Asturias. Si las hubiera, no se iría en tal medida y muchos volverían. Crear estas oportunidades es el interés de todos, particularmente de los empresarios, y hay signos de que esto se está produciendo. Falta acercar, primero, nuestra diáspora a realidades actuales de la demanda donde iniciativas como Asturias Exterior, creada por LNE, son importantes. Faltaría establecer vínculos y un modelo de relación que explore las potenciales necesidades y cooperaciones. No es fácil que alguien vaya a volver para desarrollar el mismo trabajo que actualmente ejerce. Hoy, los empleos están en permanente evolución y cada vez es más valorable la experiencia indirecta y la disposición para abordar nuevos retos.

¿Hay que temer a la inteligencia artificial o aliarse?

El miedo es la principal limitación del progreso. La IA es una creación de la mente humana en iniciativa grandiosa de esfuerzo colectivo, y, por tanto, es cosa nuestra. No ha sido un invento reciente, sino una evolución de décadas que ha tenido muy diversos altibajos y denominaciones: sistemas expertos, aprendizaje de máquina, etcétera, y se ha sustentado en avances en la computación, los buscadores o los modelos de datos. El nombre, muy mediático, no deja de ser pretencioso y la base y razón de su existencia es la disponibilidad de ingentes cantidades de información que nos interesa procesar. La IA generativa y los datos abren un mundo difícilmente imaginable.

En Estados Unidos se valora mucho a quien fracasa y se levanta.

Más cerca tenemos el ejemplo de los niños que se caen y se levantan sin que esto les produzca frustración. El fracaso, como el éxito, son siempre connotaciones limitadas de la realidad y, en cualquier caso, experiencias que enriquecen el bagaje de cada cual. Juzgarlas es una forma sutil de autodestrucción.

¿Las empresas saben cultivar el talento entre su personal?

Hay una gran confusión en asociar el talento y la innovación a lo nuevo y a lo joven. En Alemania es habitual mantener a los seniors para dedicarles a pensar en mejorar los procesos o el producto. La experiencia de la edad quizá no aporte ideas tan rompedoras, pero sí criterio, microinnovaciones y muchos valores de importancia en la competitividad. La edad hoy no es tan limitativa como lo era en el pasado y, sin embargo, se producen jubilaciones masivas a edades escandalosamente tempranas. Un verdadero despropósito.

¿Alguna vez pensó en rendirse?

Como todas las empresas hemos pasado por momentos muy difíciles, pero tener un problema no tiene que suponer que te veas incapaz de resolverlo. Es importante diferenciar entre realidad y percepción y por ello es tan importante contar con los mejores sistemas de información que reflejen la realidad. Esto evita sorpresas y da tiempo a la reacción. Los problemas siempre son distintos a la mañana siguiente, tras haber dormido.

¿Los problemas de inmigración tienen solución?

Los asturianos hemos de recordar que fuimos emigrantes y aplicar pragmatismo y gratitud. En España necesitamos a los emigrantes para continuar nuestro desarrollo y una inmensa mayoría de los que vienen cumplen este propósito. La globalización crea riqueza y oportunidades en los países, pero no resuelve estas cosas de la noche a la mañana.

Asturias. ¿Diagnóstico?

Hay muchas Asturias y, algunas poco conocidas. Nuestros defectos capitales siguen latentes en una parte de la ciudadanía y, en buena medida, en algunas administraciones públicas y agentes sociales. Sin embargo, cada vez más, hay una dinámica de superación del providencialismo que espera que todo lo resuelva el Estado, y la autoestima que pone en su sitio nuestros miedos y complejos. En tanto en que esta Asturias nueva progrese, las cosas cambiarán.

¿Ficharía para su empresa a Sánchez o a Feijóo?

La empresa persigue un único propósito claro y mantiene una estrategia de actuación. Si le va bien, sobrevive. Si pierde, desaparece. Como les gusta decir a los políticos, ejercen el arte de lo posible, donde el propósito real, no declarado, es diferente y contradictorio del enunciado. Los recursos para sobrevivir no se ganan si no se reciben. Más que servir al ciudadano el principal afán es el mantenimiento del poder. Esta doble definición es neurasténica y requiere un carácter y habilidades especiales que, difícilmente, ayudarían a una empresa a sobrevivir.

¿El feminismo es la gran revolución de hoy?

No ahora ni en el mundo empresarial y personal en que vivo. Ya fue superado hace mucho tiempo y el rol de la mujer no se diferencia con el hombre. Esto, en nuestro caso, son datos objetivos poco discutibles.

¿El turismo masivo?

Es una oportunidad que plantea una problemática a resolver. Nunca es mala la demanda y lo necesario es trabajar, con criterio, en la oferta.

¿Qué futuro espera a sus nietos?

En esta generación, los hijos viven peor que lo hacían sus padres. Esto es fruto de la globalización y son muchos más los pueblos donde la situación es radicalmente la contraria. La economía es un sistema de vasos comunicantes que lleva la riqueza donde se desarrollan economías competitivas, principalmente los asiáticos. Esto, no solo va a seguir así, sino que irá a más y a esta dinámica se incorporará otro continente, África. Nunca fue tan necesario, ni tan complejo, encontrar un camino, ya no España, sino Europa no tienen hoy una clara estrategia.

¿El problema de la vivienda tiene solución?

Con la vivienda, se sabe lo que hay que hacer, pero se choca con los intereses de muchas partes. Un caso más de aparcar los asuntos importantes del país por falta de consenso y renuncia a posturas y sacrificios. Muchos son los culpables, y la ciudadanía, principalmente los jóvenes, los damnificados.

¿Qué le hace sonreír?

Las cosas buenas que tiene la vida que la edad te lleva a valorar con mayor objetividad. Me siento muy afortunado y trato de expresar gratitud. Mucho de lo que me viene no lo esperaba y dudo que lo mereciera. También trato de sonreír a la contrariedad y huir del sentido de la tragedia. Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana, pero hay que caminar para encontrarla.

¿Cuándo lloró por última vez?

No soy persona de explosivo lacrimal, pero sí de vivir emociones con lágrimas en los ojos. Me ocurre, a menudo, más en las penas que en las alegrías y, también, en alguna ocasión, en el cine.

¿Hobbys irrenunciables?

Hobbys sí, pero nunca irrenunciables. Desafortunadamente tiendo a aparcarlos más de lo que debería, pero tengo la voluntad de resolverlo. Disfruto con la música, con la ópera, soy muy aficionado a la pesca de río y siempre fui lector de novela, de historia. Pero quizás el principal sea el contacto con las personas, la familia, los amigos y, sobre todo, los nietos.

Película, canción, libro.

«Centauros del desierto», de John Ford. «Sentado en el muelle de la bahía», de Otis Reading. «Romancero gitano», de Federico García Lorca.

¿Su mayor decepción?

Percibir la incapacidad de los pueblos por transformar sus sociedades en busca de un mundo mejor. El bienestar material no ha llevado a una madurez humana o espiritual y, hoy, los países ricos albergan ciudadanos infelices y los pobres, en una buena medida, son sociedades casi fallidas y sin esperanza.

¿Su momento perfecto del día?

Cuando desayuno y repaso mi tarea del día, siempre por encima de lo que acabo logrando hacer. También cuando el tiempo y los viajes me permiten ir a recoger a mis nietos del colegio.

¿Algún sueño por cumplir?

Creo que el sueño de cada día al que dedico mi quehacer. No sería importante si no le prestase atención. Cumplir es otra cosa y uno no puede vivir esperando lograr sus expectativas, solo transitando su camino y confiar en que, poco a poco, todo llega.