Sochi (Rusia), Efe

El presidente de EE UU, George W. Bush, y su colega ruso, Vladimir Putin, comenzaron ayer en Sochi su último encuentro como presidentes, que se celebra con la promesa de encauzar la relación para sus sucesores, pero sin esperanzas de un acuerdo sobre el escudo antimisiles.

Aunque la cena llevaba la etiqueta de «social», la Casa Blanca ha indicado que en ella pueden ya comenzar a tratarse los grandes temas de la cumbre, que tiene como objeto establecer un «marco estratégico» que sirva de guía a las relaciones entre Medvedev y el próximo presidente estadounidense, una vez que Bush abandone el cargo en enero.

La Casa Blanca ha descartado lo que se perfilaba como el posible gran anuncio de la reunión, un acuerdo sobre el escudo antimisiles que EE UU quiere desplegar en el este de Europa y que se ha convertido en los últimos meses en uno de los puntos más espinosos de la relación bilateral.

«Vamos a tener que trabajar más después de Sochi», afirmó la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, en declaraciones a bordo del avión presidencial «Air Force One», que trasladó a Bush hasta Sochi desde Zagreb, donde felicitó a los países recién admitidos como miembros en la OTAN.

En un discurso para felicitar a los nuevos miembros de la Alianza, Bush afirmó en Zagreb que la puerta de la OTAN está abierta a todos los países del este europeo y los Balcanes para felicitar a los nuevos miembros de la Alianza. El presidente de EE UU dijo que se trata de un voto de confianza a Croacia y Albania para que sigan sus reformas.