Aquisgrán / Oviedo

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, exaltó ayer en Aquisgrán la amistad franco-alemana como puntal de la Europa unida y proclamó su «admiración profunda» por Angela Merkel, de la que dijo «je l'aime», lo que convirtió su discurso en una declaración de afecto por la canciller, galardonada por su europeísmo con el premio «Carlomagno». «Je l'aime» puede traducirse en español por «la amo», pero también por «la quiero» o, simplemente, por «me gusta».

«Todos los países tenemos a veces desacuerdos. Pero cuando Francia y Alemania disienten, lo hacen de manera distinta a cuando lo hacen otros países. Sabemos que entre nosotros no pueden abrirse abismos», dijo Sarzoky, en la Sala de Coronación del Ayuntamiento de Aquisgrán.

El presidente francés lanzó algún guiño irónico en su discurso a Merkel y dijo, en alusión a sus propias relaciones con los medios, que «no debía creerse todo lo que dice la prensa» o al menos no a rajatabla. «Si digo que amo a Angela Merkel, por ejemplo, quiero decir que he aprendido mucho de ella y de su experiencia», bromeó, con su característico estilo vivo y gesticulador, apartándose de la habitual solemnidad del acto de Aquisgrán.

«Somos una pareja armónica», resumió, tras pedirle «permiso» cortésmente al esposo de la canciller, el catedrático de Química Joachim Sauer, presente entre los invitados.

A la ceremonia asistió el Rey don Juan Carlos, junto a otros jefes de Estado y de Gobierno anteriormente galardonados, como los primeros ministros de Holanda, Bélgica y Luxemburgo, Jan Peter Balkenende, Yves Leterme y Jean-Claude Juncker.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, estuvo asimismo entre los invitados, al igual que el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Javier Solana, galardonado el año pasado. El Carlomagno se entrega desde 1950 en reconocimiento a personalidades que se hayan distinguido por su especial contribución a la unión de Europa y está dotado con 5.000 euros y una medalla.

Merkel, quien recibió el premio por el papel desempeñado para la superación de la crisis de la UE hasta la consecución de un acuerdo para el Tratado de la Unión, es la cuarta mujer que lo recibe.

Hasta ahora, la mayoría de los galardonados han sido personalidades europeas, aunque en el 2000 lo recibió el entonces presidente de EEUU, Bill Clinton, por su aportación personal a las buenas relaciones transatlánticas.