Abogado de origen asturiano que gestiona en Miami reclamaciones de bienes al régimen castrista

Oviedo,

María José IGLESIAS

El abogado cubano-americano de origen asturiano Nicolás Gutiérrez -su familia materna es de Soto de Luiña-, socio de uno de los bufetes más conocidos de Miami, cuantifica en 2.000 millones de dólares el montante inicial de las reclamaciones realizadas por cubanos de origen asturiano, por las expropiaciones de bienes decretadas por el régimen castrista en 1960. Gutiérrez es uno de los redactores de la «ley Helms-Burton» que penaliza a empresas que comercien con bienes expropiados por la Revolución.

-Su bisabuelo, Nicolás Castaño, fue el hombre más rico de Cuba. Ahora su nieto lucha por recuperar propiedades confiscadas por el castrismo...

-Era mi bisabuelo paterno. La familia materna procede de Soto de Luiña. Mi abuelo Benigno Álvarez se fue a Cuba en 1918, para trabajar en El Paraíso, en Cienfuegos. El negocio también fue confiscado en 1960. Mi madre, Aleida Álvarez, era la mayor de tres hermanos. Yo nací en Costa Rica y me crié en Miami. Nunca he pisado Cuba.

-¿Qué volumen de propiedades reclaman los asturianos afectados por las expropiaciones de 1960?

-Distinguimos entre empresas y bienes particulares. Calculo que los asturianos, que poseían casi todo el comercio de la isla. Pueden reclamar, al menos, 2.000 millones. Sólo las confiscaciones de casas de norteamericanos superan los 10.000 y son menos del 5% de las propiedades nacionalizadas. Desde 1880, el grueso de la emigración era mayoritariamente del norte de España. A los españoles de la isla se les llamaba gallegos.

-Algunos de sus clientes son conocidas familias cubanas de origen asturiano. Por ejemplo, alguna rama de los Sánchez-Hill, dueños de los terrenos de los hoteles Sol Meliá, ¿Qué posibilidades tienen de ganar los pleitos?

-Existen precedentes en la antigua Unión Soviética. Nosotros no queremos quitar nada a nadie, ni echar a la gente que está viviendo en nuestras casas. Buscamos un acuerdo o una indemnización. De las fincas ganaderas, los molinos de arroz, tostaderos de café, bancos o compañías de seguros no queda nada, sólo los terrenos. Lo llamativo es que Castro nunca ha dado nuevos títulos de propiedad a nadie.

-El Gobierno cubano elabora índices de propietarios de bienes

-Sí. Es casi como si estuvieran preparando un retorno a la normalidad. Algunos de esos libros pueden conseguirse en Estados Unidos.

-¿Esa euforia ante el posible fin del régimen que recorre Miami es más de lo mismo o tiene algún fundamento?

-Esta vez es diferente. Ha pasado medio siglo. Ya es hora de que las cosas cambien. No queda ningún país de la órbita comunista. Fidel está fuera de escena y en el aparato del Partido hay poca gente de los que crearon la Revolución. Cuba tiene que sobrevivir en un mundo capitalista. Todo lo que tienen está robado a los que estamos fuera y a muchos que siguen dentro. Así no se puede construir una economía competitiva. De los 6,5 millones de cubanos de 1959, 500.000 tenían más de una casa. Sus descendientes son 3 millones. La mitad están en el exilio, los demás en Cuba.

-Entonces hay más expropiados fuera de la isla que dentro...

-Exacto. El mayor número de confiscados están en la isla. Los guajiros de Pinar del Río que pelearon contra Fidel, fueron despojados de sus tierras. Tienen más derecho que yo a recuperarlas.

-Imagínese que Obama levanta el embargo, que respalda la «ley Helms-Burton».

-No creo que lo haga. Sería un grave error. Es la única arma que tenemos para lidiar con un régimen ilegal. El presidente tomará otras medidas, como autorizar el envío de remesas a la isla.

-¿Se instalaría en Cuba con su familia?

-Esa es la pregunta que siempre se nos hace a los cubanos exiliados. Si yo recupero mi propiedad es para ponerla a operar, para crear riqueza en el país. El pueblo cubano está bien formado, solamente necesita un sistema político que incentive el trabajo.

-No me ha respondido...

-Quién sabe. Entre Florida y Cuba sólo hay 90 millas.

«No queremos hacer daño a los cubanos de la isla, además ahora quedan más expropiados dentro que fuera»