Tegucigalpa, Agencias

La Iglesia católica de Honduras expresó ayer su apoyo al Gobierno de Roberto Micheletti, que llegó a la Presidencia tras el derrocamiento a manos de los militares de Manuel Zelaya, y pidió a éste que reconsidere su regreso porque «podría desatar un baño de sangre». Zelaya había anunciado su intención de volver hoy al país, después de que el secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, abandonara el país ninguneado por las autoridades golpistas.

En nombre de la Iglesia, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez pidió a la OEA que «preste atención a todo lo que venía ocurriendo fuera de la legalidad en Honduras». El purpurado hizo «un llamado al amigo Zelaya», a quien le recordó que «el día de su toma de posesión usted citó claramente tres mandamientos de la santa ley de Dios: no mentir, no robar, no matar. Pensemos si una acción precipitada, un regreso al país en este momento, podría desatar un baño de sangre».

«Las instituciones del Estado democrático hondureño están en vigencia» y «sus ejecutorias en materia jurídico-legal han sido apegadas a derecho», porque cuando Zelaya fue capturado por los militares, «ya no se desempeñaba como presidente», aseguró el cardenal.

El presidente de facto Roberto Micheletti acusó a la OEA de interferir en su país, y al secretario general del organismo, José Miguel Insulza, de «intransigente». Además, denunció que se teje una «conspiración desde el exterior» contra su Gobierno.

La OEA decidirá si suspende la participación de Honduras en el organismo regional, al vencer el ultimátum de 72 horas dado al nuevo Gobierno de ese país para que devuelva el poder a Zelaya. Adelantándose a la expulsión, Micheletti anunció que denuncia la Carta de la OEA con «eficacia inmediata». La decisión implica el no reconocimiento de aplicación de las normas y de la jurisdicción del organismo supranacional, explicó el ex canciller Guillermo Pérez Cadalso.

José Miguel Insulza admitió, por su parte, que los golpistas no tienen ninguna intención de revertir esa situación y advirtió de la «gran tensión» que hay en el país. Tras una jornada maratoniana de entrevistas con representantes del poder judicial, algunos candidatos a la Presidencia, representantes de la sociedad civil y diplomáticos, Insulza cerró una visita que tenía como propósito trasladar personalmente el rechazo de la OEA a la situación generada en el país el pasado domingo.

«El resultado claro es que la ruptura del orden constitucional persiste y que los que hicieron esto no tienen por el momento ninguna intención de revertir esa situación», indicó Insulza, quien añadió: «Veo una sociedad profundamente polarizada y dividida (...), hay mucha tensión», advirtió Insulza, al advertir de que «felizmente, no ha desencadenado aún ninguna cosa trágica».

Mientras la tensión sube en Honduras, a la vez crece el temor a un baño de sangre. Así lo dio a entender ayer el eurodiputado español de IU Willy Meyer. Mientras, en Santiago de Chile, el presidente del Congreso, José Bono, afirmaba que este golpe no es comparable al de Pinochet.