Nueva York

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, expresó el miércoles su disposición a apoyar nuevas sanciones contra Irán si este país continúa su programa nuclear, lo que representa un triunfo político para el presidente de EE UU, Barack Obama.

«Las sanciones raramente arrojan resultados positivos pero en algunos casos son inevitables», dijo Medvédev en una comparecencia conjunta tras una reunión con Obama al margen de la Asamblea de la ONU.

Las declaraciones de Medvédev, que agregó que «debemos ayudar a Irán a tomar la decisión correcta», representan un giro en la política rusa. Hasta ahora, Moscú se había mostrado escéptico ante la posibilidad de aumentar las sanciones a Teherán, tal como ayer hizo China.

Obama, por su parte, sostuvo que si Teherán no responde al diálogo la imposición de «sanciones adicionales graves continúa como una posibilidad». No obstante, dijo estar «comprometido con la negociación con Irán de modo serio para resolver este asunto».

El tercer encuentro Obama-Medvédev llega después de que la semana pasada EE UU anunciara su decisión de cancelar el escudo antimisiles en Europa del Este, que se había convertido en el principal escollo en las relaciones entre los dos países.

En su encuentro, los dos mandatarios repasaron también los progresos en las negociaciones para aprobar un acuerdo de reducción de cabezas nucleares que sustituya al actual START. Tanto Obama como Medvédev se declararon «confiados» en que se logrará cerrar el tratado para diciembre, el objetivo que ambos mandatarios se fijaron en abril.

En su intervención ante la Asamblea de la ONU, también el miércoles, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, aseguró que su país está dispuesto a «participar» en la construcción de una «paz y seguridad duraderas» en el mundo y a «estrechar las manos honestas».

No obstante, Ahmadineyad defendió el programa nuclear iraní y, pese a rebajar el tono de anteriores intervenciones, arremetió varias veces contra EE UU y, particularmente, Israel.

Al presidente iraní le respondieron ayer el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro británico, Gordon Brown, quienes demandaron sanciones más duras para Irán.