Dublín, Javier AJA

Irlanda del Norte dio ayer un paso más hacia la exitosa conclusión de su proceso de paz gracias al acuerdo alcanzado entre unionistas y republicanos para hacerse cargo de las competencias de Justicia e Interior y reforzar las instituciones del Gobierno autónomo de poder compartido.

Pendiente durante más de tres años, la fecha para la transferencia de esos poderes -actualmente administrados por Londres- ha mantenido enfrentados al mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP, protestante) y al Sinn Fein (antiguo brazo armado del IRA, católico), hasta el punto de que los republicanos amenazaron con abandonar el Ejecutivo de Belfast.

El acuerdo, fruto de diez días de intensas negociaciones, establece que la autonomía recuperará a partir del 12 de abril las citadas competencias, cuyo control asumirá David Ford, líder del Partido de la Alianza, formación integrada por miembros de la comunidad católica y protestante.

Así lo anunciaron ayer el ministro principal norirlandés, el unionista Peter Robinson, y su adjunto en el Gobierno, el republicano Martin McGuinness, acompañados por los primeros ministros del Reino Unido e Irlanda, Gordon Brown y Brian Cowen.

El «premier» británico celebró que Irlanda del Norte haya «cerrado el último capítulo de una larga y problemática historia y abierto, ahora, uno nuevo», mientras que su colega irlandés consideró que el acuerdo «es un gran paso para lograr paz, estabilidad y seguridad» en la provincia.

Como exigía el Sinn Fein, el DUP ha accedido a seguir un calendario para la devolución de las competencias y ha logrado avances en el reconocimiento de la cooficialidad de la lengua gaélica irlandesa, en la cooperación entre los Parlamentos de Belfast y Dublín y en puntos de la legislación sobre igualdad y derechos.

Los republicanos también han esquivado durante las conversaciones las demandas de los unionistas para abolir la Comisión de Desfiles, organismo que supervisa y modifica las rutas de las controvertidas marchas de la Orden protestante de Orange por ciertas zonas católicas.

De momento, la Comisión sigue en pie y el acuerdo aborda con cierta vaguedad el establecimiento de un «grupo de trabajo» para explorar, como quería el DUP, la posibilidad de que las rutas de las marchas orangistas se negocien exclusivamente en el ámbito local, entre los residentes de los barrios por donde transcurren los desfiles.

Los dos partidos coinciden, además, en la necesidad de reformar a través de la Asamblea los mecanismos de control de las instituciones de un Gobierno que, en los últimos años, ha sido calificado en ocasiones de «disfuncional».

No obstante, es la cuestión de los desfiles la que podría plantear problemas en el futuro para Robinson, quien ya se ha topado con dificultades durante las maratonianas conversaciones para vender al ala dura de su partido el acuerdo con el Sinn Fein.

«Va a haber gente que jugará a la política con este acuerdo», advirtió el líder unionista, «pero el verdadero objetivo para los próximos meses es construir una Administración con la que toda la comunidad se identifique».

Según aseguraron fuentes cercanas a las negociaciones, hasta 14 de los 36 parlamentarios del DUP votaron el pasado lunes en contra de un acuerdo que, según sus detractores, no ha variado ni una coma desde entonces.