Moscú / Múnich

Rusia se reserva el derecho a un ataque nuclear en caso de agresión exterior con armas atómicas o convencionales, según la nueva doctrina militar aprobada ayer por el presidente ruso, Dmitri Medvédev.

La nueva doctrina publicada por el Kremlin en su web, que finalmente no incluye el derecho a efectuar ataques nucleares preventivos, en contra de lo que se informó durante buena parte de la jornada de ayer, subraya que Rusia recurriría a las armas atómicas «si se ve amenazada la existencia misma del Estado».

«Rusia se arroga el derecho a emplear armas nucleares en respuesta al uso en su contra o contra sus aliados de armas atómicas y otros tipos de armamentos de destrucción masiva, y también en caso de agresión contra Rusia con armas convencionales», precisa el documento. Los aliados a los que se refiere el texto son Bielorrusia, integrada en la llamada Unión Estatal Rusia-Bielorrusia, y los miembros de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la alianza militar postsoviética, que, además de Bielorrusia, incluye a Armenia, Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán.

El documento menciona como principales peligros militares exteriores para Rusia: la ampliación de la OTAN hacia las fronteras de la Federación Rusa, el proyectado escudo antimisiles de EE UU, la militarización del cosmos y el despliegue de sistemas estratégicos no nucleares de armas de alta precisión.

En cuanto al polémico escudo norteamericano, la doctrina señala que estos sistemas «minan la seguridad global y alteran la correlación de fuerzas existente en el campo de los misiles y armas nucleares». Precisamente, Rusia criticó ayer los planes norteamericanos de desplegar cohetes interceptores en Rumanía en el marco de su nuevo escudo antimisiles.

El presidente estadounidense, Barack Obama, renunció en septiembre pasado a los planes de desplegar elementos estratégicos del sistema antimisiles en Polonia y la República Checa, que Moscú consideraba una amenaza directa para su seguridad.

Mientras Rusia enunciaba su doctrina estratégica, China aprovechó su participación en la conferencia sobre Seguridad de Múnich para reclamar un puesto de primer orden en la organización del mundo. «Somos una quinta parte de la humanidad. Lo digo sin arrogancia, pero estimo que China ha de ser oída cuando se decide cómo se tiene que dirigir el mundo», afirmó el ministro de Exteriores de Pekín, Yang Jiechi, durante la intervención con la que inauguró la conferencia.

Este paso adelante de China, que confirma que ya se considera la otra superpotencia del mundo, junto a EE UU, se produce en plena espiral de enfrentamiento entre los dos países. El jueves, el presidente Obama, desoyendo las amenazas chinas, anunció que se reunirá con el Dalai Lama tibetano este mismo mes.