Oviedo, Eugenio FUENTES

El presidente de EE UU, Barack Obama, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se reunieron a puerta cerrada durante más de dos horas, el martes por la noche, y dieron rienda suelta a todas las tensiones acumuladas en la crisis de relaciones que viven ambas potencias tras los anuncios judíos de nuevos asentamientos en Jerusalén oriental y Cisjordania.

La entrevista, de alta tensión, no estuvo seguida de ningún tipo de declaración, aunque ayer por la tarde fuentes de la Casa Blanca aseguraron que había sido «honesta y directa», lo que traducido del lenguaje diplomático al de la calle quiere decir «a cara de perro». Máxime cuando, poco antes de que ambos dignatarios comenzasen a intercambiar sus puntos de vista, el ayuntamiento de Jerusalén anunció la concesión de permisos para edificar otras 20 viviendas en la zona oriental de la ciudad, poblada mayoritariamente por árabes.

La Casa Blanca se negó ayer, en la comparecencia diaria de su portavoz, Robert Gibbs, a precisar cuáles habían sido los asuntos abordados. ¿Hubo amenazas de suspensión de ayudas? Cabe suponerlo, pero no puede afirmarse. Lo único comprobable es que Israel explicó ayer por la tarde que los permisos para las 20 viviendas fueron concedidos en 2009 y que, minutos después, el comité encargado de planificar los asentamientos en Jerusalén oriental anunciaba que «desafortunadamente» suspende sus sesiones hasta fecha no precisada.

Está claro que EE UU e Israel libran desde hace días su pulso más fuerte desde que Obama llegó a la presidencia hace 14 meses y que Netanyahu, cuya coalición de Gobierno está basada en cimientos ultraortodoxos, está jugando lo más fuerte que puede. Netanyahu confía en que, en las actuales circunstancias internacionales de lucha contra el terrorismo islámico, Obama no se atreva a amenazar con sanciones que le valdrían durísimas críticas.

Pero, por otro lado, Obama ha visto en estos meses cómo el Gobierno de Israel hace caso omiso de sus presiones para que paralice los asentamientos. Más aún, cuando hace semanas cambió de táctica y obligó a los palestinos a aceptar una vuelta al diálogo, a través de la mediación de EE UU, sin que la paralización de colonias fuese condición sine qua non, Israel hizo saltar por los aires el proceso anunciando nuevos asentamientos.

De ahí que, en la reunión del martes por la noche, eso sí lo ha reconocido la Casa Blanca, Obama haya pedido a Netanyahu que tome medidas para restaurar la confianza de los palestinos y permitir que se lance de una vez el anunciado diálogo indirecto en el que Israel no da la menor muestra de estar interesado. Lo cual equivale a pedir que cese la escalada de anuncios de asentamientos ilegales.