Budapest, Agencias

Hungría dio el domingo el esperado giro a la derecha con la aplastante victoria en la primera vuelta de las elecciones legislativas del conservador partido Fidesz, que obtuvo el 52,7% de los votos, y la irrupción en el Parlamento de Budapest como tercera fuerza del partido ultraderechista Jobbik.

De esta forma, el ex primer ministro y líder del Fidesz, Viktor Orban, logra volver al poder ocho años después de ser desbancado por el Partido Socialista MSZP, cuya gestión ha conducido al país a una profunda crisis económica y social.

El descontento ciudadano ha llevado a los socialistas a perder más de la mitad de sus votos en esta primera vuelta y le relega a un distante segundo lugar, con apenas el 19,3%.

Muy cerca de los socialistas se sitúa el Jobbik, conocido por su discurso xenófobo, con el 16,7%, según el recuento del 99,18% de los votos emitidos, informó el Comité Electoral Nacional de Hungría.

El Fidesz logró mejorar su resultado de la primera vuelta de 2006 en más de nueve puntos porcentuales. Según el Comité Electoral, la participación alcanzó el 64,2%, algo más de dos puntos menos que en 2006.

El complejo sistema electoral de Hungría prevé una segunda vuelta en dos semanas para aquellas circunscripciones en las que no hubo un ganador con más del 50% de los votos. En esa segunda ronda se decidirá si el Fidesz (Alianza de Jóvenes Demócratas) logra hacerse con la mayoría de dos tercios en el Parlamento unicameral de 386 escaños.

Con esos poderes, insólitos en la historia democrática del país, los conservadores podrían enmendar la Constitución, adoptar reformas como la reducción del elevado número de escaños en el Parlamento o cambiar el actual sistema electoral.

Simultáneamente, los ultraderechistas del Jobbik («el mejor»), liderados por el joven Gabor Vona, de 31 años, se han aprovechado de la crisis para incrementar su popularidad con un discurso populista y abiertamente racista y antisemita.

Orban anunció ayer que centrará su política en reducir los impuestos y combatir la corrupción para relanzar la maltrecha economía nacional. Y anunció que no seguirá la política de ajustes sugerida por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Al mismo tiempo, advirtió de que «ninguna fuerza radical podrá romper el marco legal», en alusión a los dirigentes del Jobbik.