Oviedo, E. F.

La principal consecuencia del sistema de circunscripciones unipersonales británico es que uno de los partidos -el laborista en los últimos años- queda seriamente sobrerrepresentado respecto a los demás. En la infografía adjunta puede comprobarse cómo la ley electoral perjudica a los conservadores y castiga con dureza a los liberal-demócratas.

Las causas de las sobrerrepresentación son cuatro: el tamaño de las circunscripciones, los niveles de participación, la concentración del voto y su distribución geográfica.

Tamaño. Las circunscripciones no son homogéneas, aunque por término medio tienen unos 70.000 electores. Muchos feudos laboristas son pequeños, por lo que ese escaño cuesta menos votos que uno conservador o liberal. La explicación es que los laboristas dominan en los cascos urbanos -de población estancada o a la baja-, mientras que los «tories» se imponen en las periferias residenciales y en el campo, más poblados.

Participación. En 2005, la media de participación en las circunscripciones donde ganaron los laboristas fue del 58 por ciento, mientras que ese porcentaje subió al 65 por ciento en el caso de los conservadores. Cuanto menor es la participación, menos cuesta el escaño.

Concentración del voto. Los conservadores ganan muchos de sus escaños en distritos en los que sus rivales son muy débiles, por lo que su candidato recoge muchos más sufragios de los que necesita. Ese excedente engorda el cómputo nacional, pero no da escaños. En cambio, los laboristas obtienen muchas actas en votaciones reñidas, por lo que rentabilizan más el voto.

Distribución geográfica. Los laboristas tienen su mayor implantación en Escocia, Gales y en el norte de Inglaterra, donde, en 2005 se hicieron con el 80 por ciento de los escaños en juego. Gales y, en menor medida, Escocia están sobrerrepresentadas en el Parlamento. Por el contrario, los conservadores son el partido dominante en el resto de Inglaterra, especialmente en el Este, más densamente poblado e infrarrepresentado. Además, sus votos se reparten más homogéneamente por todo el país, lo que les ocasiona una sangría en los feudos laboristas. El fenómeno es aún más acusado para los liberales, por tener menos votos y tenerlos repartidos de modo aun más homogéneo que los «tories».