Las autoridades de Estados Unidos intensificaron hoy los controles de calidad del agua, el aire y los suministros de pescado y marisco tras la llegada ayer a tierra del derrame del Golfo de México, que amenaza el frágil ecosistema de la zona.

Mientras tanto, la empresa British Petroleum (BP), concesionaria de la plataforma que se hundió el 22 de abril, ultima hoy la instalación submarina de una enorme caja con la que quiere recolectar gran parte del crudo que fluye libremente al mar.

"Es una estructura muy grande y necesita colocarse con precisión", explicó en rueda de prensa telefónica Doug Suttles, director general de operaciones de BP, quien espera que el proceso se complete "hoy al final del día".

La compañía confía en que la estructura rectangular de más de doce metros de altura que se instalará a 1.500 metros de profundidad recoja hasta el 85 por ciento de los alrededor de 800.000 litros de petróleo diarios que contaminan ahora las aguas del Golfo.

El crudo se bombeará posteriormente a un petrolero en la superficie a través de una tubería instalada en la parte superior de la caja contenedora.

Suttles explicó que a esas profundidades la temperatura es muy baja y señaló que el principal desafío será impedir que el agua se congele y obstruya la tubería por la que se bombeará el petróleo.

Para impedirlo, BP planea inyectar de forma constante agua caliente con el fin de evitar posibles obturaciones.

El éxito de la operación es clave para frenar el impacto de la catástrofe, que la Casa Blanca ha catalogado de "desastre nacional".

Organizaciones destacadas sobre el terreno aseguran que la llegada ayer de los primeros restos de crudo a las islas Chandeleur, consideradas un "tesoro" ecológico, complica la ya difícil situación.

"Ha añadido sentido de urgencia", explicó a Efe Jill Mastrototaro, experta en temas medioambientales de la organización ecologista Sierra Club que ayuda desde Nueva Orleans en las tareas para minimizar el impacto del vertido.

En su opinión, los recursos sobre el terreno son insuficientes y existe "sensación de caos" ante la mala coordinación y falta de preparación de los miles de voluntarios sobre el terreno.

Según los últimos datos divulgados hoy por el comando conjunto de BP y el Gobierno de Estados Unidos en Luisiana más de 2.500 voluntarios ayudan en los trabajos en marcha, que incluyen las quemas controladas de crudo, el rociado de químicos disolventes y la instalación de barreras flotantes para contener la mancha y eliminar el agua sucia.

Las autoridades han intensificado también los controles y los preparativos para afrontar las posibles amenazas a la salud si el grueso de la mancha toca tierra firme.

En ese sentido, Dave Bary, el director de los servicios de salud de Luisiana, el estado más vulnerable al derrame por su proximidad al mismo, dijo hoy que "hay muchos interrogantes" pendientes pero aseguró que tomarán todas las medidas para garantizar la seguridad de la población.

Por su parte, la Agencia de Protección Medioambiental ha lanzado un sistema de vigilancia para controlar la calidad del aire ante el temor a que las quemas de crudo en la zona perjudiquen a las personas con enfermedades respiratorias.

Además de la contaminación medioambiental, las autoridades controlan también la calidad del agua y el marisco.

Para evitar la contaminación del río Misisipi, que abastece de agua a la ciudad de Nueva Orleans, la Guardia Costera exige que se limpien los cascos de los barcos de posibles restos de petróleo antes de navegar por las aguas del río.

El Departamento de Salud de Luisiana empezó esta semana a analizar muestras de pescado y marisco de las plantas procesadoras para asegurarse de que son aptos para el consumo.

Las autoridades dicen no haber detectado ningún riesgo.

Mientras tanto, cerca de 200 organizaciones y expertos en el rescate de animales vigilan de cerca el derrame en Luisiana.

Margot Stiles, una bióloga marina de la organización Oceana, explicó a Efe que la situación es "muy grave" al coincidir, además, con la temporada de reproducción de muchos peces.

Stiles dice que si la mancha desembarca de lleno en la costa dañará "los manglares, las praderas de algas, las ostras y también las tortugas y aves que anidan en la zona", pero insiste en que el impacto se sentirá también en la fauna marina en alta mar como delfines y ballenas.