La situación actual en la que se encuentra la política británica, ofrece tres posibles desenlaces. Una coalición entre la fuerza mayoritaria, los conservadores, con la tercera fuerza; una alianza entre ésta y los laboristas, que precisaría, sin embargo, del apoyo de otros grupos minoritarios para alcanzar la mágica cifra de los 326 asientos en los Comunes; o un Gobierno en minoría de los 'tories', en caso de que los dos anteriores no llegasen a acuerdo, si bien esta Administración estaría siempre bajo el riesgo de la moción de censura.

Esta mañana están previstas nuevas reuniones entre las comisiones negociadoras de las partes, después de que las negociaciones pasasen de la inicial inclinación de los liberaldemócratas a colaborar con los conservadores gira hacia un Laborismo al que tradicionalmente les unen más vínculos ideológicos. Las dudas de Clegg sobre la disposición del ganador de las elecciones a su agenda reformista y el paso de Brown reventaron la estrategia de David Cameron, que se vio obligado a un cambio estratégico.

Los contactos ahora son a tres, pero sólo uno de los interlocutores tiene una comunicación bidireccional, a pesar de ocupar menos de un décimo de los asientos del Parlamento. Clegg tiene las llaves del número 10 y, por el momento, prevé mantenerlas para recabar las máximas garantías para sus compromisos programáticos, lo que ha llevado ya a los otros dos a mover ficha con la reforma electoral.

PROPUESTAS

Los laboristas ofrecen por ley el sistema alternativo de voto, que obliga a un candidato a obtener al menos el 50 por ciento del apoyo popular para hacerse con su escaño. Una opción que los conservadores aceptarían sólo vía referéndum y reservándose la libertad de hacer campaña en contra. Los 'tories' son reacios a tocar el sistema electoral, por lo que la admisión en sí misma constituye una concesión para evitar el estrechamiento de los contactos que, ya de forma oficial, sus interlocutores han establecido con quienes de verdad alejan a Cameron de la residencia oficial.

No en vano, el Laborismo está dispuesto a dar paso más e irían adelante a la hora de someter a plebiscito las demandas más ambiciosas de la tercera fuerza, que apuesta por una revisión más profunda hacia lo que se denomina alternativa de voto plus y que supone en la práctica una representación proporcional integral.

El propio Clegg se encargó de trasladar a Brown esta que aceptaba formalmente la invitación al diálogo que le ofreció el viernes, en caso de que las conversaciones con los 'tories' fracasasen. Los mecanismos institucionales se pusieron en marcha y, con ellos, las comisiones que la pasada noche, tras el Consejo de Ministros extraordinario que siguió al anuncio del 'premier', protagonizaron un nuevo acercamiento para lo que ya se ha dado en denominar la "alternativa progresista".

Sin embargo, el acuerdo con los laboristas significaría, según se encargó de advertir el conservador William Hague, depender de formaciones minoritarias en el Parlamento, ya que los 57 asientos liberaldemócratas no aseguran al Laborismo, con 258 sillas en Westminster, la hegemonía de la mágica cifra de 326. Sin embargo, las cuentas les salen, ya que tienen asegurados con los tres escaños del SDLP, los tres de los nacionalistas galeses y los seis de los escoceses.