España "desaconseja absolutamente a los ciudadanos españoles viajar a Tailandia" y recomienda a los que ya se encuentren en el país evitar cualquier viaje a Bangkok que no sea totalmente imprescindible. Además, desde el Ministerio de Exteriores piden extremar la prudencia, evitar grandes aglomeraciones y los lugares habituales de manifestaciones.

Igualmente, la Embajada estadounidense ha recomendado a los ciudadanos de ese país no viajar a la capital tailandesa, y ha autorizado a su personal a abandonar el país si lo desean. También la Embajada británica alerta de la "intensa violencia" en Bangkok.

Las autoridades de Estados Unidos ya han ofrecido medios para la evacuación, voluntaria por el momento, de los estadounidenses y sus familias que se encuentren en el país asiático.

"Esperamos tiroteos y violencia intensa en Ratchaprarop, en la zona de Din Daeng y en otras partes", indicó la Embajada británica, por su parte. En ambas zonas se han registrado enfrentamientos entre manifestantes opositores, 'camisas rojas', y militares. "Como precaución, por favor eviten los centros comerciales de Bangkok. Si es seguro, regresen a casa o permanezcan donde estén seguros".

Otros países como Alemania, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, China, Corea del Sur o Taiwán también han advertido a sus ciudadanos del riesgo de viajar a Tailandia.

Zona de "fuego libre"

En las calles de la capital tailandesa continúan los enfrentamientos entre soldados y ´camisas rojas´. El Gobierno se ha propuesto ahogar la protestas de los opositores con el despliegue del Ejército en torno al campamento que los opositores han levantado en pleno centro de Bangkok y la adopción de medidas de gran dureza como la declaración de una zona "fuego libre" en la que está permitido el uso de la fuerza letal contra todo aquel que intente atravesarla. Como resultado, ya son 22 los muertos desde la noche del jueves en un nuevo agravamiento del conflicto político.

El objetivo del Gobierno es evitar que los manifestantes, unos 10.000, aunque la cifra varía según la fuente, reciban agua y comida desde el exterior, lo que les permitiría mantener su protesta para exigir la dimisión del primer ministro, Abhisit Vejjajiva, y la convocatoria de elecciones anticipadas.

De hecho, el Ejército tailandés ha establecido este sábado una zona de "fuego libre" en Bangkok donde está permitido el uso de la fuerza letal contra todo aquel que intente atravesarla.

Los testigos presenciales describen un combate desigual, con militares, atrincherados tras sacos de arena y armados con fusiles automáticos, que esquivan con facilidad las piedras y cócteles molotov lanzados por los 'camisas rojas'.

"La situación se parece cada vez más a una guerra civil", declaró uno de los líderes de la protesta, Jatuporn Prompan, al diario británico 'The Guardian'. "Tenemos que seguir peleando. A los líderes del país no se les debería ni pasar por la cabeza que vamos a rendirnos".

Mientras, el Gobierno insiste en su voluntad de disolver la protesta. "El Gobierno tiene que seguir adelante. No podemos retirarnos. Lo que estamos haciendo es por el bien del país", declaró el primer ministro en un discurso a la nación televisado. Abhisit insistió en que mantendrá la presión sobre los manifestantes antigubernamentales para que el país no caiga "en manos de grupos armados".

Abhisit manifestó su pesar por la violencia de los últimos días, pero insistió en la vía militar para beneficio de la población en general y el país en conjunto. "Ni yo ni mi Gobierno podemos permitir que el país sea rehén de un grupo de personas que violan las leyes, ni podemos dejarnos intimidar por un grupo armado ilegal", dijo.

Así, dijo que los militares no han entrado en el campamento de los 'camisas rojas', sino que simplemente han sellado el lugar para evitar la adhesión de más manifestantes en Ratchaprasong e impedir que les lleguen los suministros necesarios. Acusó a los propios 'camisas rojas' de haber atacado al Ejército desde la manifestación, ocultándose entre los civiles, lo que obligó a los militares a disparar "en defensa propia".

"Poner fin a la protesta con las pérdidas mínimas es la única forma de devolver la paz y la normalidad" al país, por lo que emplazó a los tailandeses a cooperar con las fuerzas de seguridad y recordó los perjuicios que está causando la protesta.

Romper el cerco

Mientras, unos 2.000 manifestantes se concentraron en la zona de Klong Toey, en una calle que conduce al campamento de los 'camisas rojas', a unos dos kilómetros de distancia, con la intención de romper el cerco de los militares, que rodean el bastión opositor de Ratchaprasong.

Los manifestantes que pretendían romper el bloqueo, sin éxito por el momento, quemaron neumáticos y lanzaron cócteles molotov contra los militares, que respondieron con fuego real, disparos al aire, para dispersar al grupo.

Mientras tanto, la vida cotidiana en la capital de Tailandia se encuentra paralizada por los violentos enfrentamientos. A pesar de que el Ejército asegura que sólo está usando balas de goma y porras, varios testigos certifican que las fuerzas militares emplean desde hace tres días munición real contra los 'camisas rojas'.

Los residentes atrapados entre ambos bandos han aprovechado los breves momentos de tregua para escapar de sus viviendas, algunas de las más lujosas de la ciudad.

Lo cierto es que todo parecía encauzado el pasado lunes, cuando los líderes 'camisas rojas' del Frente Unido para la Democracia contra la Dictadura (UDD) aceptaron una oferta del Gobierno que establece la celebración de elecciones el próximo 14 de noviembre. Sin embargo, los opositores se negaban a abandonar sus protestas hasta que no se garantizara que el viceprimer ministro del país, Suthep Thaugsuba, responsable de las fuerzas de seguridad, sería juzgado por la muerte de decenas de personas durante las manifestaciones.

El pasado jueves, como respuesta al ataque que dejó gravemente herido a uno de los líderes militares del UDD, la violencia se ha recrudecido en el país y el Gobierno ha prometido disolver por la fuerza a los manifestantes.

Los últimos incidentes son un episodio más de la crisis política que vive Tailandia. Los manifestantes del UDD, afines al ex primer ministro Thaksin Shinawatra, derrocado en un golpe de Estado, ocupan desde el pasado 14 de marzo un área de unos tres kilómetros cuadrados en el barrio de Ratchaprasong para exigir la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones anticipadas, pues consideran ilegítimo al Gobierno de Abhisit.