Oviedo / Seúl, E. F. / Agencias

La crisis en la península de Corea entre el Norte (comunista) y el Sur (prooccidental) siguió subiendo ayer enteros después de que el régimen de Seúl anunciase la suspensión de intercambios comerciales y de personas con el Norte y exigiese disculpas «inmediatas» por el hundimiento de la corbeta «Cheonan» el pasado 26 de marzo.

El ataque, que una comisión de expertos atribuyó la pasada semana a un submarino norcoreano, causó la muerte de 46 marinos y será denunciado en breve ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki-moon, se mostró convencido de que la organización adoptará las «medidas apropiadas, dada la gravedad de la situación» y manifestó su confianza en que se reanuden pronto las conversaciones a seis bandas sobre el programa atómico norcoreano.

Corea del Sur anunció en voz alta que sus vecinos del Norte -con los que nunca ha llegado a firmar la paz desde la guerra de 1950-53- «pagarán un precio» por la agresión, que calificó de «provocación militar». Su enfado encontró inmediato apoyo en EE UU, su principal aliado, que tiene 28.500 soldados desplegados en el país. Washington no tardó en expresar su respaldo militar «inequívoco» a la defensa del Sur y cerró filas en torno a las exigencias de Seúl, que calificó de «completamente adecuadas».

El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, reveló en su comparecencia diaria que el presidente Obama ha dado órdenes a los mandos militares para que garanticen una respuesta en caso de posibles ataques militares del Norte. Obama «ha dado órdenes a sus mandos militares para que se coordinen estrechamente con sus pares surcoreanos para garantizar que están preparados e impedir futuras agresiones», manifestó Gibbs, citado por Efe.

En paralelo, Washington ha decidido endurecer el perfil de sus relaciones con el Norte, cuyo principal valedor es China. Corea del Norte, sancionada por la ONU por su programa nuclear -ha realizado dos ensayos atómicos con éxito-, está considerada por EE UU como un peligro para la estabilidad de Extremo Oriente, pero la administración Obama ha intentado privilegiar la vía diplomática.

Esta actitud podría cambiar, ya que, según Gibbs, la Casa Blanca está identificando «áreas en las que sea apropiado hacer ajustes». Gibbs no dio más precisiones al respecto, pero se espera que en los próximos días se concreten las novedades, ya que la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, se encuentra de gira en la zona.

Ayer, desde Pekín, Clinton reiteró el pleno respaldo de EE UU a Seúl, a la vez que pedía a China ayuda para resolver el conflicto. Por su parte, las autoridades chinas llamaron al buen juicio de las partes, a las que pidieron «contención» para mantener la paz y la estabilidad en la península coreana.

En el plano estrictamente militar, el Pentágono (departamento de Defensa estadounidense) anunció que en un «futuro próximo» se celebrarán maniobras conjuntas entre los ejércitos de Washington y Seúl, confirmado así una información previa difundida por las autoridades surcoreanas.