Kingston / Oviedo

Al menos 49 personas, 44 de ellas civiles, han muerto ya en Kingston como consecuencia de los enfrentamientos armados de soldados y policías con grupos afines al narcotraficante Christopher «Dudus» Coke, de 41 años, al que las autoridades quieren detener para extraditar a EE UU, según informó ayer una fuente oficial.

Tras cuatro días de choques en Kingston, la capital jamaicana, anoche continuaba la escalada de violencia entre las fuerzas de seguridad y los seguidores de Coke, que se encuentran fuertemente armados, informó Efe.

Las fuerzas de seguridad de Jamaica no han logrado todavía controlar los barrios de Tivoli Gardens y West Kingston, en la capital, donde Coke cuenta con el apoyo masivo de la población. «Sabemos que hay 35 cuerpos de civiles en el depósito de cadáveres y, cuando nos fuimos la pasada noche, había otros nueve cadáveres que fueron recogidos por las ambulancias», señaló Herro Blair, el Defensor del Pueblo, encargado de investigar las quejas de los ciudadanos contra los políticos.

A estos 44 cadáveres, hay que agregar otros cinco muertos ya contabilizados antes, de los que dos son policías y otro un soldado. Blair agregó que posee información de que han sido vistos unos trescientos hombres detenidos, por lo que, quizá, especuló, «muchos más hayan muertos a manos de elementos de las fuerzas de seguridad que no sean tan tolerantes», especuló.

El Gobierno estadounidense pidió la extradición de Coke en agosto de 2009 para juzgarlo por tráfico de drogas y posesión ilegal de armas, pero las autoridades del país caribeño retrasaron su decisión final hasta la semana pasada, cuando el primer ministro, Bruce Golding, dio por fin su visto bueno.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, dio ayer su respaldo a los esfuerzos del Gobierno «para reafirmar la autoridad del Estado sobre los elementos criminales». Para Insulza, «la respuesta violenta de ciertos sectores de la sociedad al intento del Gobierno de cumplir una orden de extradición del presunto líder de una banda criminal es inaceptable en una sociedad democrática».

El secretario general subrayó, según Europa Press, que «en cada desafío existe una oportunidad» y que, por tanto, Gobierno y población jamaicanos pueden salir de esta situación crítica «aún más comprometidos para resolver las causas originarias del crimen y la violencia en su sociedad».

Por su parte, EE UU informó de que las autoridades jamaicanas han pedido a Washington chalecos antibalas para hacer frente a la violencia. El portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, manifestó: «Tenemos una relación estrecha con Jamaica. Nos han preguntado si les podemos suministrar alguna ayuda menor», agregó, sin dar más detalle que citar los chalecos antibalas. No obstante, el portavoz recalcó que el esfuerzo por controlar los disturbios corresponde principalmente a las fuerzas de seguridad jamaicanas.

Washington, añadió el portavoz, «está observando muy de cerca los acontecimientos» de Kingston, donde la embajada de EE UU se encuentra cerrada. Los dos países, afirmó Crowley, siguen colaborando para garantizar la seguridad de sus ciudadanos a la vez que luchan contra el narcotráfico.