Oviedo, Agencias / L. M. S.

El Gobierno y todas las fuerzas políticas y sociales condenaron ayer de forma unánime, aunque con distintos grados de contundencia, el ataque de Israel a una flotilla humanitaria que se dirigía a Gaza y en la que viajaban tres españoles, que se encuentran «bien» aunque, como el resto de los participantes en la expedición, están detenidos.

El Ejecutivo ha enviado a dos diplomáticos a Israel para conocer de primera mano el estado de los cooperantes Manuel Tapial y Laura Arau y el periodista David Segarra, y el secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, reclamó a las autoridades hebreas su «repatriación inmediata».

En un comunicado, el Ministerio de Exteriores consideró la acción militar israelí una «actuación completamente desproporcionada, gravísima», y convocó al embajador judío, Rafael Schultz, para transmitirle la protesta «enérgica» de España por el asalto.

No obstante, el Gobierno no se plantea llamar a consultas al embajador español en Israel porque entiende que es una cuestión que hay que abordar en el marco de la Unión Europea (UE).

El embajador israelí alegó que los soldados actuaron en «defensa propia» y que la acción militar respondió a una «provocación violenta, motivada políticamente con elementos radicales con vínculos con el mundo musulmán como Al Qaeda y el yihadismo». El jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, calificó de «hechos graves y preocupantes» lo ocurrido frente a las costas de Gaza, pero en aguas internacionales.

También en el Congreso, diputados de todas las fuerzas políticas agrupados en el intergrupo parlamentario por Palestina, condenaron de forma conjunta la «brutal agresión» de Israel en un ataque que vulnera las leyes internacionales por dirigirse a «civiles desarmados».

Gaspar Llamazares (IU) calificó el hecho de «crimen contra la humanidad» que debería llevar a España y a la UE a «suspender» cualquier tipo de relación preferente con Israel. Elena Valenciano (PSOE) expresó su condena enérgica al «inadmisible» ataque israelí, y el vicesecretario de comunicación del PP, Esteban González Pons, señaló que el uso de la fuerza nunca está justificado, y por ello, «lamenta y condena los daños causados».

Fuera de España, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, fue muy tibio. «Lamentó profundamente la pérdida de vidas en el incidente» y «también manifestó la importancia de conocer lo antes posible todos los hechos y circunstancias de los trágicos acontecimientos», según un comunicado difundido por la Casa Blanca.

El Gobierno alemán rivalizó en tibieza con Washington, a pesar de la presencia de dos parlamentarios en la flotilla. Así, se declaró «impactado» por el ataque israelí y señaló que, a tenor de las primeras informaciones, el asalto no respetó el «principio básico» de proporcionalidad. La jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton, habló con el ministro de Exteriores israelí, Avigdor Lieberman, para expresarle su «profunda preocupación» por la «tragedia», en la que el Parlamento Europeo ve una «violación clara e inaceptable de la legalidad internacional».

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, condenó el «uso desproporcionado de la fuerza» y pidió que se aclaren todas las circunstancias del ataque. El Gobierno británico mostró su «pesar» por las muertes y pidió contención a Israel y El Vaticano expresó «gran preocupación» y «dolor».

La acción militar israelí mereció declaraciones de condena en todo el mundo, con críticas muy duras de China, Rusia, India o los países escandinavos, y en todos los países musulmanes, desde Marruecos hasta Indonesia. Sin embargo, la más reseñable es la de Siria y Líbano, que advirtieron en una declaración conjunta de que el ataque israelí amenaza con hacer estallar una nueva guerra en la región por «las violaciones israelíes de las normas humanitarias básicas y las leyes internacionales».

El ataque generó una oleada de manifestaciones en varias capitales. Los altercados más graves ocurrieron en Grecia, de donde habían zarpado dos de los seis barcos de la flotilla. Un millar de personas se concentró frente a la embajada de Isarel en Atenas y la Policía tuvo que emplear gases lacrimógenos para disolver a los manifestantes.

Varios centenares de personas se manifestaron también en el barrio del Gobierno de Londres para protestar por el ataque israelí en aguas internacionales. Y se registraron protestas en Marruecos, Teherán, París y Estambul.

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